Así dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los ejércitos: «Yo soy el primero; yo soy también el último. Fuera de mí no hay otro Dios. ¿Quién puede proclamar lo que está por venir? ¿Quién puede declararlo y ponerlo en orden ante mí, como lo hago yo desde que establecí al pueblo antiguo? ¡Anuncien lo que viene, lo que está por venir! No temas; no te intimides. ¿Acaso no te lo dije y te lo hice saber desde la antigüedad? Por lo tanto, ustedes son mis testigos. No hay más Dios que yo. No hay otro Fuerte; no conozco a ninguno».
(Isaías 44:6-8)
Hay una frase extraña en medio de este pasaje. Dios pasa varios minutos diciendo una y otra vez, de todas las formas posibles, “Yo soy el único Dios que existe. No hay nadie más. Yo lo sé y tú lo sabes y yo sé que tú lo sabes”. Y luego, justo en el medio, dice: «No temas; no te intimides».
¿No tener miedo de qué? Supongo que de otros dioses, porque eso es lo único de lo que ha estado hablando en todo este pasaje. No debemos tenerles miedo, porque no existen. El Señor es el Dios verdadero, el único Dios, y Él es todo en lo que debemos pensar. Pero ¿cuántos de nosotros realmente nos preocupamos de que Zeus, Poseidón o Baal existan? ¡No necesitamos que nos digan que no nos preocupemos por ellos!
Sin embargo, tenemos otros dioses falsos entre nosotros. Sus nombres son dinero, poder y prestigio, e incluyen alianzas, tecnología y poder militar. Muchas personas, incluyendo nosotros, ponemos nuestra esperanza en estas cosas para mantenernos a salvo, para conseguir las cosas buenas que queremos en la vida, para proteger a nuestros hijos. Pero cuando ellas están en manos de nuestros adversarios, nos surge el miedo. Es por eso que también a nosotros Dios nos dice: «No temas». Porque al lado de Dios, los dioses modernos no tienen realidad, poder o existencia. Nada puede resistir al Dios que nos ama tanto que vino a este mundo para ser uno de nosotros, para vivir y morir en la cruz para salvarnos, y resucitar para que podamos vivir para siempre.
Como dijo Pablo en Romanos 8: «¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? […] ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? […] Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor» (Romanos 8:31, 32, 35, 37-39).
Señor, mantén mis ojos y confianza en Ti, y no me dejes temer nada. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿A qué poderes les temes más?
* ¿Cómo encuentras ayuda en Jesús cuando tienes miedo?
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