Desde Mileto Pablo envió un mensaje a los ancianos de la iglesia de Éfeso, para que se reunieran con él. Cuando los ancianos llegaron, les dijo: «Ustedes saben cómo me he comportado todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia […] Yo les ruego que piensen en ustedes mismos, y que velen por el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos, para que cuiden de la iglesia del Señor, que él ganó por su propia sangre. Yo sé bien que después de mi partida vendrán lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Aun entre ustedes mismos, algunos se levantarán y con sus mentiras arrastrarán tras de sí a los discípulos. Por lo tanto, manténganse atentos y recuerden que noche y día, durante tres años, con lágrimas en los ojos siempre he aconsejado a cada uno de ustedes. Ahora los encomiendo a Dios y a su palabra de bondad, la cual puede edificarlos y darles la herencia prometida con todos los que han sido santificados.
Hechos 20:17-18, 28-32
Pablo está preocupado. Les está hablando a los ancianos de la iglesia en Éfeso, y sabe que nunca más volverá a ver a las personas de esa iglesia. Y él los ama. Lleva años enseñándoles y cuidándolos. Son preciados para él.
Pablo está preocupado porque sabe cuán poderoso puede ser el pecado. Los líderes que están allí frente a él probablemente sean completamente inocentes en ese momento. Pero estadísticamente hablando, está casi garantizado que algunos de ellos se van a corromper. Serán tentados por el poder o el prestigio o la gloria o el honor. Se darán cuenta de lo fácil que es engañar a la gente con lo que dicen. Y algunos de ellos cederán a la tentación. Este tipo de cosas suceden en todas las congregaciones.
Y por eso Pablo les insta a ser cuidadosos y prestar atención a las responsabilidades que el Espíritu Santo les ha dado. Quiere que estén alerta, como buenos pastores que saben que van a venir los lobos.
Cada vez que leo esto, me sorprende ver cuán fuertemente valora Pablo a este pequeño grupo de cristianos y cuán profundamente valora Dios a cada uno de nosotros, los que confiamos en Jesús. Realmente a Él le importa si alguien pierde la fe, si alguien tiene una discusión con otro cristiano y deja de ir a la iglesia, o si alguien es tentado por el dinero, el sexo o el poder y se aparta de Jesús. Ellos importan, tú importas. Jesús dio su vida por ti en la cruz. Él no va a quedarse de manos cruzadas viendo cómo te destruyen.
Al mirar a los otros cristianos a tu alrededor en tu propia congregación, recuerda que todos ellos también han sido comprados con la sangre de Jesucristo. Son infinitamente valiosos, al igual que tú. También son frágiles y se corrompen o engañan con facilidad, tal como eres tú, tal como soy yo. Que el Espíritu Santo nos dé el amor de Jesús para que nos tratemos unos a otros con el amor, la mansedumbre y la compasión que Jesús ha tenido con nosotros.
ORACIÓN: Querido Señor, abre mis ojos para ver el valor que otorgas a cada uno de nosotros, y ayúdame a amar a tu pueblo como tú me has amado. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Estás al tanto de algún conflicto en tu congregación?
* Cuando recuerdas lo que Jesús pagó por ti, ¿cambia la forma en que piensas de ti mismo?
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