Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad. Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar. ¡Que rujan los océanos y hagan espuma! ¡Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas!
Salmo 46:1-3
Sabemos lo que es un refugio: un lugar seguro. A veces, el término se refiere a los esfuerzos para proteger a los animales salvajes. Más a menudo escuchamos de personas que buscan refugio cuando huyen de la violencia o la persecución religiosa. Otros pueden estar desesperados por encontrar un lugar de refugio durante una tormenta que hace que los océanos «rujan y hagan espuma» o un fuerte terremoto que hace que «las montañas se derrumben en el mar».
Pero aun si no estamos sufriendo violencia, persecución o tormentas furiosas, necesitamos un refugio, un lugar seguro. En tiempos de enfermedad y miedo, en el dolor y la culpa, ¿adónde podemos ir? Estas son «tormentas» de un tipo diferente: problemas y preocupaciones que nos siguen fácilmente a recintos vallados y fortalezas de hormigón. ¿Dónde encontraremos un lugar para escondernos de ellos? No necesitamos correr a ningún lado o buscar frenéticamente un lugar seguro. «Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza». No tenemos que ir a buscarlo; Él viene a nosotros. Él «siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad». Él es nuestro refugio en los días de dolor y miedo, es nuestro refugio incluso cuando el mar y el cielo se enfurecen en una tormenta, o cuando las montañas se derrumban y caen al mar durante un terremoto. Dios «puso la tierra sobre sus cimientos» (Salmo 104:5a) y le dijo a las olas del océano: «Hasta aquí llegarás, y no más lejos» (Job 38:11a).
Dios es nuestro refugio, nuestra ayuda siempre presente, porque no hubo refugio para su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo. Cuando se aproximaba su muerte, Jesús no se escondió. Pronto sería traicionado, arrestado y condenado injustamente a muerte. Sin embargo, dijo: «¿Y acaso diré: ‘Padre, sálvame de esta hora’? ¡Si para esto he venido!» (Juan 12:27b). Los poderes del mal rugieron y se enfurecieron contra él mientras colgaba indefenso en la cruz. Una oscuridad más profunda que cualquier tormenta se acumuló en el cielo mientras Jesús sufría el juicio justo de Dios por el pecado humano. Luego, en un grito de victoria y obediencia, Jesús gritó: «Consumado es» (Juan 19:30b), inclinó la cabeza y murió. A su muerte, la tierra cedió y las montañas temblaron. Luego, en la primera mañana de Pascua, la tierra cedió una vez más cuando un ángel hizo retroceder la piedra para revelar la tumba vacía de Jesús. Por la gracia de Dios mediante la fe en Jesús, tenemos un lugar de refugio y curación en las heridas de nuestro Salvador crucificado y resucitado.
ORACIÓN: Dios Todopoderoso y Padre de nuestro Señor, por el amor de tu amado Hijo sé nuestro refugio y nuestra ayuda siempre presente en cada problema. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
1.- ¿Qué quiso decir Jesús cuando gritó: «¡Consumado es!»?
2.- Si la tierra estuviera temblando a tu alrededor, ¿te refugiarías en la protección de Dios?
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