Jesús dijo también: «El reino de Dios es como cuando un hombre arroja semilla sobre la tierra: ya sea que él duerma o esté despierto, de día y de noche la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra da fruto por sí misma: primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga; y cuando el grano madura, enseguida se mete la hoz, porque ya es tiempo de cosechar».
Marcos 4:26-29
¡Qué difícil es sembrar semillas con niños impacientes! Siembran las semillas, las cubren con tierra, riegan la tierra suavemente y entran para lavarse las manos. Entonces comienzan las preguntas: «¿Cuánto tiempo falta para que broten mis semillas?». Un minuto después: «¿Crees que ya están echando raíces?». Otro minuto después: «¿Ya empezaron a crecer?». Si nos descuidamos, son capaces de buscar una pala ese mismo día y salir a hurgar las semillas para ver si ya están creciendo.
Los adultos también podemos ser así. Cuando compartimos el Evangelio de Jesús con alguien, esperamos ver resultados de inmediato. «¿Creerá mi amigo lo que le dije?», nos preguntamos. «¿Me preguntará hoy cuándo puede bautizarse?». Es fácil entender por qué estamos tan ansiosos de ver a las personas que amamos llegar a la fe, pero sería un desastre si comenzáramos a escarbar en sus vidas, ¡hurgando en las semillas del Evangelio para ver si ya están creciendo!
Jesús usa el ejemplo de un agricultor para enseñarnos paciencia. Los agricultores plantan las semillas y las dejan en paz. No regresan cada tres minutos para ver si ya están creciendo; no las desentierran para comprobarlo. Ellos saben que mientras siguen con sus vidas, haciendo todas las demás tareas que existen en una granja, las semillas crecerán echando raíces y mostrando sus brotes. Crecerán día a día, pero tan lentamente, que no podemos ver lo que sucede. Sin embargo, al final habrá una cosecha maravillosa.
Si estás orando para que alguien que amas confíe en Jesús, recuerda tu propio camino en la fe. No creciste de la noche a la mañana.
Hace dos mil años Dios plantó a Jesús, una sola semilla de vida, en la tierra estéril de este mundo. Y ahora, tanto tiempo después de su muerte y resurrección, podemos ver la cosecha acercándose, mientras miles de millones de personas confían en Él.
ORACIÓN: Señor, ayúdame a confiar en que tu Evangelio crecerá en los corazones de las personas a las que me envías a compartirlo. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Eres una persona paciente o impaciente?
* ¿Alguna vez has intentado forzar que algo suceda prematuramente?
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