El Señor es mi pastor; nada me falta. En campos de verdes pastos me hace descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas.
Salmo 23:1-2
«Nada me falta», proclama nuestro salmo. Nada me falta; tengo todo lo que necesito.
Esta declaración audaz expresa nuestra confianza en el Pastor que nos cuida. Aun así, esa confianza puede fallar muy fácilmente.
Nos preocupamos cuando tenemos problemas y necesidades. ¿Hasta dónde podemos estirar el dinero que ganamos? Nos preocupa no tener suficiente para pagar todas las cuentas, comprar alimentos y ropa para toda la familia. Incluso si no nos preocupan esas cosas necesarias, las tentaciones del mundo que nos rodea, la cultura consumista siempre hambrienta en la que vivimos y nuestros deseos egoístas, nos llevan a querer siempre más. Queremos, y creemos que necesitamos, más «cosas».
Cuando nos sentimos ansiosos por las cosas que queremos y necesitamos, nuestro Buen Pastor nos recuerda que no somos las únicas criaturas en sus pastos verdes. El Pastor dirige nuestra atención a los pájaros y los lirios que comparten nuestro pasto. Las aves no siembran, no cultivan y no se preocupan por almacenar comida, pero Dios las alimenta. Los lirios no fabrican telas; sin embargo, sus colores eclipsan hasta las túnicas del rey Salomón. Dios viste los pastos con hierba brillante que está viva un día y cortada y quemada al siguiente. Dios conoce nuestras necesidades (ver Mateo 6:25-33). Si Él provee para las aves, la hierba y los lirios, ¿cuánto más cuidará de las ovejas por las que murió el Pastor?
Dios conocía nuestra mayor necesidad. Éramos ovejas perdidas y errantes, incapaces de salvarnos a nosotros mismos, incapaces de encontrar la seguridad y el consuelo de sus verdes pastos.
Dios el Hijo nació entre nosotros para ser nuestro Pastor y Salvador. El Pastor fue el Cordero perfecto que sacrificó su vida por los pecados de todas las ovejas perdidas. En la primera mañana de Pascua, Dios «resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran Pastor de las ovejas» (Hebreos 13:20). Nuestros pecados son perdonados y hemos sido traídos por fe al redil del Pastor. Él continúa buscando y salvando a las ovejas perdidas y gozoso las lleva a casa a sus pastos verdes y aguas tranquilas. Él satisface todas nuestras necesidades. Porque si Dios nos dio a su Hijo, «¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:32b)
Las ovejas ansiosas harían bien en prestar atención a dónde están y a quién pertenecen, y dejar de buscar esos pastos imaginarios más verdes. Si debemos preocuparnos por algo, el Pastor nos recuerda que busquemos primero su reino y su justicia. Las preciosas ovejas del Pastor solo necesitan preocuparse por los verdes pastos que se les proporcionan y los caminos de justicia por los que su Pastor las conduce. El Pastor se encargará del resto.
ORACIÓN: Jesús, mi Pastor, enséñame a descansar en Tu cuidado. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
1.- ¿Qué cosas te preocupan del futuro?
2.- ¿De qué manera te conduce Dios hoy a sus pastos verdes?
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