No se turbe su corazón. Ustedes creen en Dios; crean también en mí…
Les he dicho estas cosas mientras estoy con ustedes. Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho. La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo. Ya me han oído decir que me voy, pero que vuelvo a ustedes.
(Juan 14:1, 25-28a)
El diccionario de la lengua española define paz como:
• Situación en la que no existe lucha armada en un país o entre países.
• Relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos.
• Acuerdo alcanzado entre las naciones por el que se pone fin a una guerra.
• Ausencia de ruido o ajetreo en un lugar o en un momento.
• Estado de quien no está perturbado por ningún conflicto o inquietud.
La Biblia la describe un poco diferente, enfatizando que la paz que Dios nos da no va de acuerdo con las definiciones de este mundo. La paz que Dios nos da es nuestra reconciliación con él por la muerte y resurrección de Jesús. No es externa. No es la ausencia de guerras o conflictos. No tiene que ver con lo que pase a nuestro alrededor.
La paz que Dios da calma a nuestro corazón turbado mientras creemos en Dios y sus promesas aun en medio de guerras o conflictos. Su Espíritu nos recuerda esas palabras y promesas de Cristo y nos consuela con ellas. La paz de Dios es shalom, un estado de plenitud y unidad con él.
ORACIÓN: Dios, calma nuestros corazones turbados que no pueden imaginar la idea de disfrutar de tu paz. Que tu Espíritu nos recuerde tus promesas siempre para descansar en tu shalom independientemente de nuestro mundo exterior. Amén.
Diaconisa Noemí Guerra
Para reflexionar:
• ¿Qué significaría para tu situación actual disfrutar del shalom, la paz de Dios?
• Recibe esta bendición de Dios: ¡Que el Señor te bendiga, y te cuide! ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia! ¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz! (Números 6:24-26).
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