Así que, hermanos, cuando fui a ustedes para anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con palabras elocuentes ni sabias. Más bien, al estar entre ustedes me propuse no saber de ninguna otra cosa, sino de Jesucristo, y de éste crucificado. Estuve entre ustedes con tanta debilidad, que temblaba yo de miedo. Ni mi palabra ni mi predicación se basaron en palabras persuasivas de sabiduría humana, sino en la demostración del Espíritu y del poder, para que la fe de ustedes no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
1 Corintios 2:1-5
Vivimos en una era de flujo continuo de información. Obtenemos datos de nuestras cuentas de redes sociales, los principales medios de comunicación, los chismes que recibimos de familiares y amigos, y los rumores de compañeros de trabajo y otros. Realmente, es demasiado.
También recibimos mucha información sobre las cosas espirituales. La programación basada en la religión en la radio, la televisión y en línea ofrece un menú diario que va desde el fundamentalismo antiguo de la Biblia hasta la enseñanza de la prosperidad de la Nueva Era. Y luego está nuestro enamoramiento con la vida espiritual de las celebridades: lo que creen, a dónde van a la iglesia, quiénes son sus gurús y qué verdades ocultas subyacen a su éxito.
Es todo un poco abrumador. Cuando consideramos a los millones que tienen poca o ninguna base en la fe cristiana y casi cero entrenamiento en la Biblia como la Palabra de Dios, no es de extrañar que el mundo esté a la deriva, perdido en ese lugar al que se retira al lugar que mejor conoce: a sí mismo.
Escuchemos nuevamente la respuesta de Pablo a todo lo que puede desviarnos y descarrilarnos de nuestra fe. Él dice: «Me propuse no saber de ninguna otra cosa, sino de Jesucristo, y de éste crucificado». Y esto es lo único que predicaría: sobre Jesucristo, que también es Dios. Jesús bajó del cielo para convertirse en uno de nosotros, para vivir y morir como hombre. Y fue crucificado.
¿Pero por qué fue crucificado?
Porque esa era la forma en que Jesús podía rescatarnos a todos del poder del mal. Y luego resucitó de entre los muertos por el poder de Dios. Hoy, Él triunfa para siempre sobre el pecado que azota el mundo y mancha nuestras almas. Ahora podemos confiar en Él cuando nos sucedan cosas malas. Él es el Señor de todos los señores y tiene poder sobre todo. Él es nuestro Salvador.
ORACIÓN: Padre celestial, gracias por la verdad eterna de la obra redentora de tu Hijo en nuestro nombre. En el nombre de Jesús. Amén.
Rev. Minh Chau Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Crees que la educación rabínica de Pablo tuvo que ver con su nueva vida en Cristo?
2.- ¿Cuál sería tu consejo a un nuevo cristiano que quiere ser un buen cristiano?
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