A la pregunta de qué enseña la Biblia, la mayoría de las personas responde algo como esto: “La Biblia contiene muchas leyes sobre cómo debemos vivir y amar a los demás. Los que cumplan lo suficientemente bien esas leyes ganarán el favor de Dios, quien les permitirá vivir en el cielo con Él”.
¿Es correcta esta respuesta?
Veremos si es así aprendiendo las dos enseñanzas básicas de la Biblia: la Ley y el Evangelio.
Sigue leyendo.
La Ley de Dios: lo que nos beneficia
La ley es la santa voluntad de Dios en la que nos dice cómo debemos ser, santos y perfectos, y lo que debemos y no hacer.
Mira lo que dicen los siguientes versículos:
Jesús le respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Éste es el primero y más importante mandamiento. Y el segundo es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22: 37-39).
Por lo tanto, sean ustedes perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5:48).
Dios habló y dijo todas estas palabras:
Yo soy el Señor tu Dios. Yo te saqué de la tierra de Egipto, donde vivías como esclavo.
No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No tomarás en vano el nombre del Señor tu Dios, porque yo, el Señor, no consideraré inocente al que tome en vano mi nombre.
Te acordarás del día de reposo, y lo santificarás.
Honrarás a tu padre y a tu madre, para que tu vida se alargue en la tierra que yo, el Señor tu Dios, te doy.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No presentarás falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su siervo ni a su esclava, ni su buey ni su asno, ni nada que le pertenezca a tu prójimo (Éxodo 20:1-3, 7-8, 12-17).
Ustedes han oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y que cualquiera que mate será culpable de juicio. Pero yo les digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio, y cualquiera que a su hermano le diga “necio”, será culpable ante el concilio, y cualquiera que le diga “fatuo”, quedará expuesto al infierno de fuego. […] Ustedes han oído que fue dicho: “No cometerás adulterio”. Pero yo les digo que cualquiera que mira con deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón (Mateo 5:21, 22, 27, 28).
Porque del corazón salen los malos deseos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre (Mateo 15:19-20a).
Como un buen padre, Dios sabe qué actitudes, pensamientos, palabras y actividades son beneficiosas para sus hijos. Él nos advierte que evitemos todo aquello que hará nuestras vidas amargas y miserables. Él nos muestra el camino del amor y del interés por los demás.
Sin embargo, una y otra vez quebrantamos su voluntad, porque en nuestros corazones seguimos siendo rebeldes contra Dios y deseamos dirigir nuestros asuntos de acuerdo con nuestros mezquinos intereses.
Estricto cumplimiento para la perfección
La Ley también incluye el juicio de Dios a todos aquellos que no guardan perfectamente sus sagrados mandamientos:
Son las iniquidades de ustedes las que han creado una división entre ustedes y su Dios. Son sus pecados los que le han llevado a volverles la espalda para no escucharlos (Isaías 59:2).
Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: «Maldito sea todo aquel que no se mantenga firme en todas las cosas escritas en el libro de la ley, y las haga». Y es evidente que por la ley ninguno se justifica para con Dios, porque «El justo por la fe vivirá» (Gálatas 3:10-11).
Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los que incurren en inmoralidad sexual, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).
Dios tiene una nota aprobatoria para entrar al cielo. No es 51%, ni 70%, ni 99%, sino ¡100% perfección! Solamente cumpliendo estrictamente los mandamientos de Dios podrá uno merecer el derecho de entrar al cielo de Dios.
En la misma forma que un espejo refleja nuestro desarreglado rostro cada mañana al levantarnos, así el espejo perfecto de la Ley de Dios nos muestra cómo somos realmente: pecadores rebeldes, esperando la sentencia de muerte física y eterna.
¿Por qué nos da Dios tan malas noticias sobre nosotros mismos? No es para hacernos sentirnos mal. Sin embargo, así como un doctor debe informar al paciente sobre la enfermedad mortal que requiere cirugía inmediata, de la misma manera Dios nos advierte con las malas noticias de la Ley para que estemos prontos a reconocer nuestra gran necesidad de las buenas noticias que Él nos da en la otra enseñanza básica de la Biblia: el Evangelio.
El Evangelio de Dios: perdón para todos
El Evangelio es la buena noticia de que Jesucristo salva del pecado y de la muerte a todos los que confían en Él.
Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino; pero el Señor descargará sobre él todo el peso de nuestros pecados (Isaías 53:6).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16).
Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), […] Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie (Efesios 2:4-5, 8-9).
Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación (Romanos 10:9-10).
El Evangelio enseña que Jesucristo ha tomado sobre sí la condenación de la sagrada Ley de Dios. Cuando Jesús sufrió y murió en la cruz, pagó totalmente la pena por nuestros pecados; así quedamos libres de culpa y en paz con Dios. Él ha ganado un lugar en el cielo para todos los seres humanos. Tú puedes recibir estos regalos confesando tus pecados a Cristo y confiando en que su muerte te trae perdón. Dios, entonces, te declarará libre de culpa ante la acusación de su Ley.
El mensaje real de la Biblia
Volvamos al inicio, a lo que la mayoría de la gente cree acerca de lo que la Biblia instruye: “La Biblia contiene muchas leyes sobre cómo debemos vivir y amar a los demás. Los que cumplan lo suficientemente bien esas leyes ganarán el favor de Dios, quien les permitirá vivir en el cielo con Él”.
Esto es exactamente lo opuesto con la enseñanza del libro con el que Dios se comunica con nosotros.
¿Por qué? Veamos:
1- La Ley nos dice que no guardamos bien los mandamientos de Dios porque Dios demanda perfección. No podemos ganar el favor de Dios. No podemos salvarnos. Lo único que merecemos es el rechazo y castigo de Él.
2- Pero el Evangelio enseña que se salvan aquellos que están realmente arrepentidos de sus pecados y confían en Jesucristo, quien vivió una vida perfecta en nuestro lugar y sufrió en la cruz el castigo que nosotros merecíamos.
En resumen, tenemos que aprender que la Ley nos muestra nuestro pecado y nos condena, mientras que el Evangelio nos muestra a nuestro Salvador y nos perdona.
Este es el maravilloso mensaje de la Biblia. Todo lo que necesitamos hacer es desechar nuestro falso orgullo y recibir, por fe en Cristo, el regalo del perdón y vida eterna en el cielo. ¡Cómo nos ama Dios! Él vio nuestra condición perdida y nos brinda la salvación… ¡Si tan solo la gente lo creyera!
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Fuente: material de estudio del curso bíblico “Hacia Una Nueva Vida”, de CPTLN – Chile.
Adaptación: MGH / CPTLN – Chile
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