Allí, una noche Pablo tuvo una visión, en la que veía ante él a un varón macedonio, que suplicante le decía: «Pasa a Macedonia, y ayúdanos». Después de que Pablo tuvo la visión, enseguida nos dispusimos a partir hacia Macedonia, pues estábamos seguros de que Dios nos estaba llamando a anunciarles el evangelio.
Hechos 16:9-10
Me gusta el entusiasmo de Pablo. Tan pronto como recibe un mensaje de que la gente en Macedonia necesita su ayuda, se alista para ir allá. No pierde tiempo en preguntas o preocupaciones: ¡él va!
Pero, por supuesto, cuando Pablo y su equipo llegan allá, se enfrentaron con la pregunta de qué hacer después. Filipos era una gran ciudad. ¿Por dónde deberían empezar? ¿Cómo compartes las Buenas Nuevas de Jesús con personas que ni siquiera saben que las necesitan? ¿Cómo les das el regalo más valioso del mundo a personas que no ven cuánto lo necesitan?
Pablo y su equipo finalmente terminaron en la orilla del río, donde algunas mujeres de la ciudad iban a orar todas las semanas. Estoy segura de que no era lo que Pablo esperaba, pero de todos modos les hablaron de Jesús. Y algunas de estas mujeres se convirtieron en las primeras creyentes cristianas en Europa. Juntos comenzaron la primera congregación en Filipos.
Es posible que te enfrentes a una pregunta similar. Sabes que hay personas en tu familia o entre tus amigos y vecinos que no creen en Jesús. Incluso pueden estar fuertemente en contra del cristianismo. Y los amas. Quieres que tengan el buen regalo de Dios. Pero ¿cómo empiezas? ¿Cómo lidias con el hecho de que no reconocen el Evangelio como un regalo en absoluto?
Podemos hacer lo que hicieron Pablo y sus amigos. Podemos encontrarnos con las personas donde están, no donde esperamos que estén. Por ejemplo, si les interesa la pesca, las motos, la costura o la música, podemos conversar con ellos sobre esas cosas. Podemos tomar café juntos; podemos estar allí cuando necesiten cuidado de niños o un aventón al aeropuerto. Podemos asegurarnos de que vean el amor de Dios brillando a través de nosotros, independientemente de si llegan a tener fe en Jesucristo.
Al hacer estas cosas los estamos amando con el mismo amor que Jesús nos muestra, un amor que no manipula ni obliga ni tiene una agenda secreta, un amor que quiere darles todo lo bueno, desde guisos hasta las buenas nuevas del Dios que dio su vida para darles paz.
Con el tiempo, las personas comienzan a ver que realmente las amas y sienten curiosidad por saber cuál es la fuente de ese amor. Algunos de ellos te preguntarán: «¿Por qué te preocupas por mí? ¿Por qué me prestaste tu auto cuando el mío se descompuso la semana pasada? ¿Qué te hace ser como eres?».
Y esa es tu oportunidad para hablarles de Jesús. Porque Jesús es Aquel que te amó a través de la vida y a través de la muerte para volver a la vida, y Él los ama a través de ti.
ORACIÓN: Querido Señor, muéstrame cómo amar a las personas que me rodean para que te vean y lleguen a creer en ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Por quién estás orando, para que llegue a la fe?
* ¿Cómo los amas en formas concretas y fáciles de ver?
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