En cierta ocasión, Jesús estaba orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».
Jesús les dijo: «Cuando ustedes oren, digan: «Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino […] ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión?
Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».
Lucas 11:1-2, 11-13
No sé tú, pero en lo remoto de mi mente, a veces, escucho una vocecita dudosa que me dice: «¿Qué tal si oro por esto y resulta ser algo incorrecto? ¿Qué tal si Dios me escucha y me lo da, y luego sucede algo terrible? Tal vez debería dejar de orar». He escuchado a otras personas preocuparse en voz alta por esto. ¡Y, por supuesto, todos hemos escuchado los cuentos de hadas en los que la gente desea algo y resulta ser su peor pesadilla!
Jesús nos tranquiliza. Él nos dice: “¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión?». La respuesta es obvia. Si el niño pide algo bueno, cualquier padre decente y en sus cinco sentidos le dará lo que es bueno. De la misma manera, si pedimos el bien, Dios nos dará el bien.
Y podemos profundizar en la analogía de Jesús un poco más. ¿Qué pasaría si un niño pidiera una «serpiente o un escorpión», porque es muy pequeño para entender que eso es algo malo? ¿Un buen padre le daría a su hijo el mal que le pide?
No, claro que no. Nosotros no haríamos eso. Le diríamos que no al niño y le daríamos algo bueno en su lugar. Y Dios es mucho mejor que nosotros. Podemos orar con confianza, sabiendo que Dios nos dará lo bueno que pedimos, o hará algo que sea mejor.
Podemos estar seguros de esto porque conocemos el carácter de Dios. Y, ¿cómo es él? La Biblia nos dice que Jesús es la imagen del Dios invisible (ver Colosenses 1:15). Y Jesús mismo nos dice: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Juan 14:9b).
Entonces, ¿qué sabemos acerca de Jesús? Sabemos lo que vemos en los Evangelios. Lo vemos sanando y ayudando a los pobres, a los necesitados, a los heridos. Lo vemos enseñando para que todos tengan la oportunidad de conocer a Dios. Y vemos a Jesús voluntariamente yendo a la traición, al sufrimiento y a la muerte en una cruz, porque Él sabe que el resultado de su sufrimiento será vida, esperanza y perdón para todos nosotros, pecadores confundidos y atribulados.
Él es el Salvador quien dio su vida por nosotros y luego resucitó de entre los muertos, ¿cómo no confiarle a Él todos nuestros deseos, esperanzas y temores? Él cuidará bien de nosotros.
ORACIÓN: Querido Salvador, tú sabes lo que es mejor para mí. Ayúdame a orar y dame lo mejor. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Qué tipo de cosas le pides a Dios?
* Cuando no sabes qué pedir, ¿de qué formas te ayuda el Espíritu Santo? Lee Romanos 8:26 para obtener ideas.
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