A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
1 Timoteo 6:17
Este pasaje me hace recordar aquel momento incómodo cuando alguien te está haciendo señas desde lejos y no sabes si te hablan a ti o a quien está detrás de ti. A todos nos ha pasado. Le preguntas con señas al que está lejos: ¿quién, yo? Pero el que está detrás de ti hace las mismas señas y así nadie sabe quién le habla a quién.
Aquí la Biblia se está refiriendo a los ricos. Entonces nos preguntamos: ¿quién, yo?, y creemos que, como quizá no somos millonarios, este pasaje no nos habla a nosotros. Y miramos al de atrás y el de atrás nos mira a nosotros. Y no sabemos a quién se refiere. Pero en realidad nos habla a todos, porque tú y yo somos más ricos que muchísimas personas.
No importa lo mucho o poco que tengamos en este mundo, nuestra ayuda no viene del dinero, ni de nuestro trabajo, sino del Dios vivo. Absolutamente todo lo que tenemos viene de la mano de Dios y debemos recibirlo para nuestro gozo con acción de gracias. Porque «a cada uno de nosotros Dios nos ha dado riquezas y bienes, y también nos ha dado el derecho de consumirlas. Tomar nuestra parte y disfrutar de nuestro trabajo es un don de Dios. Y como Dios nos llena de alegría el corazón, no nos preocupamos mucho por los días de nuestra vida» (Eclesiastés 5:19-20).
ORACIÓN: Señor, no permitas que seamos altivos, ni que pongamos nuestra esperanza en el dinero, sino solamente en ti, el Dios vivo, pues tú nos das todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
Diaconisa Noemí Guerra
Para reflexionar:
* Piensa en alguien que sea más «rico» que tú y en alguien que sea más «pobre» que tú.
* ¿Cómo te hace sentir el saber que Dios te da todo lo que tienes y que te da también el don de disfrutarlo?
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