Jesús les dijo: «¿Nunca leyeron en las Escrituras: «La piedra que desecharon los constructores, ha venido a ser la piedra angular. Esto lo ha hecho el Señor, y a nuestros ojos es una maravilla»? Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para dárselo a gente que produzca los frutos que debe dar. El que caiga sobre esta piedra será quebrantado, y aquél sobre quien ella caiga quedará desmenuzado». Cuando los principales sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos. Entonces quisieron aprehender a Jesús, pero tuvieron miedo, porque la gente lo consideraba un profeta.
Mateo 21:42-46
Aunque las piedras angulares son a menudo ornamentales, en algunos tipos de edificios es lo que lo mantiene unido, ya sea desde la parte inferior, como piedra fundamental, o desde la parte superior, donde se unen dos paredes, como piedra angular. Es por ello que hay que elegirla sabiamente: si es frágil, está rota o tiene fallas ocultas, todo el edificio podría derrumbarse.
En la parábola de Jesús, los constructores son los líderes religiosos de su época, y la piedra desechada es el mismo Jesús. ¿Por qué lo rechazarían? Hay varias razones, y algunas de ellas todavía son razones por las que la gente todavía hoy rechaza a Jesús. En primer lugar, estaba su «normalidad». Nadie que se encontrara con Él en un día normal habría pensado inmediatamente en «Hijo de Dios» y habría caído de rodillas. Era un Hombre como los demás hombres, un Hombre que nació, comió, durmió, trabajó, se cansó, sufrió e incluso murió. ¿Cómo podía ser Dios?
Incluso como hombre no parecía gran cosa. No era rico, no era poderoso, no tenía antecedentes privilegiados. Trabajó como carpintero y luego como predicador itinerante. Su educación formal probablemente terminó con la escuela de la sinagoga en Nazaret. Venía de un país conquistado y murió vergonzosamente. ¿Cómo podría este Hombre ser algo grandioso?
Pero había aún más razones para rechazarlo. Jesús decía la verdad, independientemente de a quién ofendiera. No cedía ante los ricos o poderosos. ¡Y ni qué hablar de la gente con la que andaba! Pescadores, fanáticos, recaudadores de impuestos, mujeres, incluso esclavos y extranjeros. Hizo Su primer milagro en una boda entre una multitud de invitados ruidosos, y le contó Su gran secreto, que Él era el Mesías, a una mujer samaritana con un pasado reprochable. Y luego murió en una cruz entre dos ladrones. No es de extrañar que los líderes religiosos lo rechazaran.
Pero, ¿y nosotros? ¿Qué hacemos con Jesús?
¿Lo rechazamos porque no es atractivo o está pasado de moda, o porque puede causarnos problemas con amigos o familiares? ¿Nos apartamos de él porque sus seguidores tienden a ser pobres y sin educación? ¿Nos desanima su muerte, o el sacrificio de tener que tomar su cruz y seguirle?
¿O lo hacemos nuestra piedra angular? Como Pedro cita a Dios, «Por eso dice la Escritura: ¡Miren! Yo pongo en Sión la principal piedra angular, escogida y preciosa; y el que crea en ella no será avergonzado» (1 Pedro 2:6). Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos y lo ha convertido en la piedra angular de la iglesia y, en última instancia, de toda la raza humana. Nos ha dicho que Jesús es su Hijo, uno con el Padre, y que todo el que confía en él vivirá para siempre.
¿Qué piensas de Cristo?
ORACIÓN: Amado Padre, edifícame también sobre tu Hijo, la piedra angular. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuál es el edificio mejor construido que conoces? ¿El peor construido? ¿Por qué?
2.- ¿De qué manera ha sido Cristo la piedra angular de tu vida?
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