Ahora les hablo a ustedes, a los que no son judíos. Por cuanto yo soy el apóstol de ustedes, honro mi ministerio. Yo quisiera poner celosos a los de mi sangre, y de esa manera salvar a algunos de ellos. Porque si su exclusión trajo como resultado la reconciliación del mundo, ¿qué resultará de su admisión, sino vida de entre los muertos? […] Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de ustedes; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus antepasados. Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables. Así como en otro tiempo ustedes eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos han sido desobedientes ahora, para que por la misericordia concedida a ustedes también ellos alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos.
(Romanos 11:13-15, 28-32).
La última frase inquieta a muchos: «Porque Dios sujetó a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos». Parece que Dios está tratando con las personas al por mayor, sin mirar a cada alma y pecado en forma individual, y eso suena un poco injusto. Si Dios simplemente va a entregar a todos a la desobediencia y luego tener misericordia de todos, ¿por qué debería molestarme en tratar de vivir una buena vida y de crecer en la fe? Pero hay otros lugares en la Biblia que enfatizan cómo Dios trata con cada uno de nosotros individualmente, como por ejemplo en Ezequiel 18.
Pero ¿qué está pasando en el texto para hoy? Creo que Dios está tratando de dejar en claro cómo trata el pecado y la misericordia, que yo lo defino como «no recoger basura». Lo que quiero decir es esto: es muy fácil quedarnos atrapados pensando en nuestros pecados o en los pecados de otras personas. Cuando hacemos esto, rápidamente llegamos a cuestionar el perdón de Dios.
Pero pensémoslo desde la perspectiva de Jesús. Cuando Él dio su vida por nuestra salvación, lo hizo en su totalidad. Cuando derramó su sangre por nosotros, no fue «Tantas gotas por este pecado, y tantas gotas por el otro». No. Él dio su vida para todos de una vez y para siempre.
Si todos nuestros pecados son perdonados, si confiar en Jesús, crucificado y resucitado de entre los muertos, es suficiente para limpiar las cuentas de todos los seres humanos en la tierra, ¿qué sentido tiene obsesionarse con los detalles? Desde la perspectiva de Jesús, comparar pecados o discutir sobre quién es más culpable debe parecerse mucho a buscar en la basura. Pero Él murió para quitarnos la basura, no para que nos sentáramos a revisarla pieza por pieza. El pecado está detrás de nosotros. La vida está por delante. Olvídate de la basura y mira solo a Jesús.
Señor, por el sacrificio de tu hijo Jesucristo, pon mis ojos solo en Ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿En qué momentos o situaciones caes en la trampa de pensar más en el pecado que en Jesús?
* ¿Cómo te sientes cuando te enfocas solo en Jesús?
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