Los discípulos tuvieron una discusión en cuanto a quién de ellos sería el mayor. Pero Jesús les dijo: «… el mayor entre ustedes tiene que hacerse como el menor; y el que manda tiene que actuar como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor? ¿El que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿Acaso no es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Lucas 22:24-27
En los primeros días de nuestra iglesia de refugiados tuvimos un problema con la basura. Nuestros miembros creían que recoger la basura era algo bajo y servil, y las personas que lo han perdido todo a veces se aferran a su estatus social porque es todo lo que les queda. Así que nadie estaba dispuesto a humillarse lo suficiente como para recoger la basura en público.
Durante una merienda en la iglesia, mi esposo y yo decidimos que «ya era suficiente», y agarramos un cubo de basura con ruedas. Él comenzó a moverlo alrededor de las mesas mientras yo recogía servilletas y platos sucios para ponerlos adentro. La gente estaba conmocionada. «Pastor, ¡no deberías estar haciendo esto!», dijeron. Eso le dio a mi esposo la oportunidad de explicarles lo que Jesús considera grandeza. Nunca más tuvimos un problema así en la iglesia.
Este es uno de los muchos tipos de libertad que Jesús obtuvo para nosotros: la libertad de servir sin preocuparnos de lo que otras personas piensen de nosotros. Lo que importa es qué piensa Jesús de nosotros. Mientras esto esté cubierto, no nos debe importar que nos vean lavando platos o limpiando baños. Somos libres para hacer lo que sea necesario, porque nuestro estatus en Jesús está establecido para siempre.
¿Y cuál es ese estatus? Hijos de Dios, nacidos del Espíritu, amados por Jesucristo, ciudadanos del reino de los cielos. Nada puede quitarnos lo que el sufrimiento y la muerte de Jesús nos ganaron. Este estatus es nuestro para siempre. Más aún, Jesús mismo es nuestro para siempre.
ORACIÓN: Querido Salvador, ayúdame a servir con la libertad con que tú serviste, sabiendo a quién pertenezco. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Cuál es la tarea más humilde que has tenido que hacer?
2.- ¿Qué fue lo más humilde que Jesús hizo por nosotros, y cómo te muestra eso la profundidad de su amor?
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