Al final, se va tal como vino, es decir, tan desnudo como cuando salió del vientre de su madre, ¡y nada se lleva de todo su trabajo! También esto es un mal terrible, que se vaya tal como vino. ¿De qué le sirvió tanto trabajar para nada?
Eclesiastés 5: 15-16
Recientemente, aprendí una nueva lección. Mi familia y yo estamos en proceso de mudarnos y con eso viene el inevitable inventario de todos los artículos que hemos acumulado a lo largo de los años. Lo que habíamos guardado en cajas, cajones y estantes ahora lo estamos sacando nuevamente para revisarlo, así como lo hicimos la última vez que nos mudamos.
Esta vez, sin embargo, nuestro enfoque es diferente. Queremos deshacernos de cosas, examinando todo lo que hemos acumulado a lo largo de los años. Tenemos exceso de muebles, chucherías, fotos duplicadas de antaño (cuando todos pedíamos «doble») y todas las cosas que llenan el garaje hasta las vigas («¿realmente necesito tres rastrillos y ese deshumidificador?»).
Pocas cosas se están salvando de esta reducción; incluso mis libros están encontrando nuevos dueños, con mis vecinos, centros para personas mayores, escuelas locales y en el lugar preferido de los amantes de libros: la tienda de libros usados. Si bien esta reducción es práctica y un poco incómoda (estoy cansado de cargar cientos de libras de libros de un lugar a otro), también parece ser lo correcto. ¿Por qué no darle a otra persona la oportunidad de abrazarlos, oler su aroma añejo y, sí, tal vez incluso leerlos?
Ahora, que nadie se meta con mis álbumes de discos, esa es otra historia.
Ciertamente, las posesiones enriquecen nuestras vidas de muchas maneras, y estoy agradecido por todas ellas. Pero este tiempo de reducción ha sido refrescante. Con esta reducción de inventario nos ha llegado una liberación. El espacio libre ha ampliado mi horizonte, inspirándome a no empantanarme tanto en cosas, independientemente de lo hermoso y familiar que sea.
En lenguaje sencillo, el escritor de Eclesiastés nos da la verdad básica: no nos vamos a llevar nada de este mundo, no importa cuán fuerte nos apeguemos. Así de indefensos como llegamos a este mundo, también saldremos de él. Estas pueden ser palabras difíciles de escuchar cuando el ruido de las ofertas de este mundo nos distraen pero, afortunadamente, Dios quiere que poseamos algo más, a Alguien más, ahora mismo, en este mundo.
Es entonces cuando recordamos lo que Dios Padre nos ha dado en Jesús. En su Hijo, el Padre satisface todas nuestras necesidades y todos los deseos que podamos imaginar.
«Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado), y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús» (Efesios 2: 4 – 7).
ORACIÓN: Padre Celestial, ayúdame (enséñame) a liberarme de todo lo que tengo y a ponerlo en tu mano. En el nombre de Jesús. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
* Si te has mudado antes, ¿cuál fue tu parte favorita o menos favorita de hacerlo?
* ¿Posees algo de lo que crees que no puedes prescindir? ¿Qué es?
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Editado por CPTLN – Chile / MGH
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