Los que no preguntaban por mí, me buscaron; los que no me buscaban, me encontraron. A los que no invocaban mi nombre, les dije «Aquí me tienen». Todo el día tendí mis manos hacia un pueblo rebelde, un pueblo que va por mal camino y en pos de sus pensamientos; un pueblo que descaradamente me provoca a ira todo el tiempo […] Así ha dicho el Señor: «Así como alguien que halla un racimo con uvas jugosas, dice: «Esto es una bendición. No hay que dañarlo», así voy a actuar en favor de mis siervos: No los destruiré a todos. Haré que de Jacob salgan descendientes, y que Judá sea el heredero de mis montes. Mis elegidos tomarán posesión de la tierra, y mis siervos la habitarán».
Isaías 65:1-3a, 8-9
Cuando se vive en St. Louis, aprendes muy rápido que las frutas y verduras no se conservan por mucho tiempo. Incluso en el refrigerador, la alta humedad y el moho de esta ciudad fluvial significa que ese hermoso racimo de uvas se convierte en una monstruosidad mohosa demasiado rápido. Y luego miras el desorden y te preguntas: «¿Debería tirarlo todo, o quedan algunas uvas buenas allí?».
Dios está describiendo algo similar en este pasaje. Los vendimiadores encuentran un racimo de uvas malas. Pero no todas las uvas son malas. Todavía hay algunas que son lo suficientemente buenas como para convertirlas en vino. Y entonces los segadores dicen: «Esto es una bendición. No hay que dañarlo». Las uvas buenas van a la cuba, no a la basura. Y algún día, alguien disfruta de una buena copa de vino.
Estos últimos años han sacado lo peor de muchas personas. Después de ver tanto comportamiento terrible, es tentador renunciar a la raza humana, volverse cínico, o incluso unirse a personas malvadas y aprovecharnos de todo lo que podamos obtener. Después de todo, ¿quién se dará cuenta? ¿A quién le importará?
Dios se da cuenta y a Dios le importa. Él no nos ha olvidado, incluso cuando parece que el mundo se ha vuelto loco y no hay ayuda ni consuelo en ninguna parte. Su mano está sobre nosotros y está obrando para salvarnos. Incluso cuando la podredumbre invade nuestras propias vidas, Él nos llama de regreso a Él y nos lleva al arrepentimiento, nos perdona y nos acerca a Él. Y nos ayuda a lidiar con la oscuridad que nos rodea. Dios nos recuerda que Él, no el mundo, tendrá la victoria.
Sabemos que esto es cierto, porque hemos visto a Dios hacerlo antes. El propio Hijo de Dios, Jesús, nació en este mundo de oscuridad y angustia. Como nosotros, vivió con problemas y sufrimientos diarios. Él sabe lo que es.
Y, sin embargo, no se dio por vencido. Jesús vino a destruir la oscuridad, usando el poder de su propio sacrificio voluntario. Al dar su vida, quebrantó el poder de la muerte sobre la raza humana. Y al resucitar, nos dio a todos esperanza y seguridad de que la oscuridad de este mundo no es el final. Jesús vendrá de nuevo y compartirá su vida eterna con todos nosotros, todos los que en Él confíen. ¡Eso es algo digno de esperar!
ORACIÓN: Señor, cuando me preocupa este mundo, ayúdame a confiar en ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Cuál ha sido la parte más difícil de los últimos 5 años para ti?
* ¿De qué formas te ha fortalecido Dios durante estos años difíciles?
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