En aquellos días el número de los discípulos iba en aumento, pero también comenzaron las murmuraciones de los griegos en contra de los hebreos, pues se quejaban de que en la distribución diaria de ayuda las viudas de los griegos no eran bien atendidas.
Entonces los doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No está bien que desatendamos la proclamación de la palabra de Dios por atender a las mesas. Así que, hermanos, busquen entre todos ustedes a siete varones de buen testimonio, que estén llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, para que se encarguen de este trabajo. Así nosotros podremos continuar orando y proclamando la palabra».
Esta propuesta fue del agrado de todos los creyentes, y eligieron a Esteban, que era un varón lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, un prosélito de Antioquía. Luego los llevaron ante los apóstoles, y oraron por ellos y les impusieron las manos.
(Hechos 6:1-6)
A veces es un consuelo recordar que, al igual que nosotros, la iglesia primitiva también tuvo sus conflictos.
En este caso había un problema con la distribución de alimentos, ya que las pobres viudas griegas estaban siendo pasadas por alto. Pero esos primeros cristianos hicieron algo notable. No escondieron el problema debajo de la alfombra, ni nombraron un comité, ni tomaron una decisión improvisada, sino que los apóstoles los reunieron a todos y les plantearon el problema. Pidieron personas que pudieran asumir este trabajo, ¡y que fueran sabios y estuvieran llenos del Espíritu, incluso para un trabajo tan humilde! Y así, la congregación escogió a siete personas, ¡todas con nombres griegos! La congregación se preocupó tanto por solucionar el problema, que se aseguraron de que los encargados de solucionarlo provinieran del grupo que había estado sufriendo.
Eso es amor y sensibilidad: estar dispuestos a compartir el poder, o incluso entregarlo por completo a quienes han sufrido. Si bien en ese tiempo y lugar los hebreos estaban en una posición de poder en la sociedad, en la iglesia todos eran hermanos con un solo Señor y Salvador. Y ese día, lo demostraron con sus acciones. La iglesia permaneció unida en amor y uno de los nuevos líderes, un hombre llamado Esteban, finalmente tuvo el honor de ser el primero en dar su vida por Jesús.
Un amor así no sorprende cuando recordamos lo que Jesús ha hecho por nosotros. Cuando vio que estábamos en problemas, condenados por nuestro pecado y sufriendo bajo el poder del mal, él mismo vino y se puso a nuestro servicio, convirtiéndose en nuestro cuidador y amándonos como nadie más lo podría hacer. Él nos amó hasta el punto de morir en una cruz por nosotros y resucitar triunfante de entre los muertos, para reunirnos a todos como una sola iglesia a través del tiempo y el espacio. En su reino no hay divisiones permanentes. Jesús mismo es nuestra unidad, «y él será nuestra paz» (Miqueas 5:5).
ORACIÓN: Querido Señor, haz que tu amor brille a través de nosotros hacia quienes nos rodean. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Por qué crees que los apóstoles le dieron tanta importancia a este tema en particular?
* ¿Qué te enseña esta narrativa para tu vida en comunidad?
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