Con los malvados no pasa lo mismo; ¡son como el tamo que se lleva el viento! Por eso los malvados y pecadores no tienen arte ni parte en el juicio ni en las reuniones de los justos. El Señor conoce el camino de los justos, pero la senda de los malos termina mal.
Salmo 1:4-6
En los tiempos bíblicos el trigo se cosechaba y trillaba a mano. Las espigas cosechadas se golpeaban con mayales para triturar y separar los tallos y cáscaras de los granos de trigo, y los granos y las cáscaras trituradas se arrojaban al aire. Los granos de trigo más pesados caían al suelo para ser recogidos, mientras que las cáscaras trituradas y los trozos de tallos (la paja) eran arrastrados por el viento.
Según el salmista los malvados, los que rechazan al Creador y sus caminos, «son como el tamo [la paja] que se lleva el viento». No son más sustanciales que esos trozos de cáscaras de grano trituradas. Sin embargo, al observar el mundo que nos rodea, podemos estar en desacuerdo con la observación del salmista. Desde nuestro punto de vista, los malvados parecen estar muy bien establecidos y, a menudo, bastante exitosos en su maldad. El salmista también reconoce esta angustiosa realidad, diciendo en otro salmo: «Y es que tuve envidia de los arrogantes, al ver cómo prosperaban esos malvados. Ellos no se acongojan ante la muerte, pues están llenos de vigor. No se afanan ni se ven golpeados como el resto de los mortales» (Salmo 73: 3-5). Los malvados parecen ir ganando, al menos por ahora.
Hubo un tiempo, un tiempo corto, en que los malvados triunfaron incluso sobre el Hijo de Dios. Según el plan de Dios para nuestra salvación, Jesús se dejó vencer por «el poder de las tinieblas» (Lucas 22: 53b), y fue condenado y crucificado por nosotros. Luego, en la primera mañana de Pascua, Jesús resucitó de entre los muertos en victoria sobre el pecado, la muerte y Satanás, venciendo el poder de las tinieblas y el mal de este mundo.
La sangre de Jesús nos limpia de nuestros pecados, y su victoria es nuestra victoria. Siguiendo los pasos de Jesús, también nosotros debemos llevar la cruz. Aunque a veces sufriremos por la maldad que, por ahora, parece triunfar, sabemos que Jesús ha vencido al mundo. Oramos para que los malvados se aparten del mal y se arrepientan mientras damos testimonio de nuestro Salvador y del perdón y la esperanza que solo se encuentran a través de la fe en su Nombre.
Sabemos que los malvados no siempre triunfarán. Como nos dice el salmista, se acerca el día en que los malvados que no se arrepientan y sus malos caminos perecerán. Jesús regresará como Rey y Juez, y los malvados «no tendrán parte» en el Día del Juicio. Como paja arrastrada por el viento, los malvados caerán ante el Rey de reyes. Pero nosotros, que estamos revestidos por la fe en la justicia de Jesús, permaneceremos firmes en el juicio porque, según la promesa de nuestro Señor, por la fe ya hemos «pasado de muerte a vida» (Juan 5: 24b). Como los granos de trigo en la cosecha, seremos recogidos en la presencia de nuestro Señor para vivir con Él para siempre.
ORACIÓN: Señor, guárdame a salvo del mal hasta el día en que sea reunido en Tu reino eterno. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
* ¿Qué diferencia hace en la forma en que ves el mundo el saber que, como cristiano, ya has pasado de muerte a vida?
* ¿Cómo te mantienes firme en la fe de Dios cuando el mundo te asalta por todos lados?
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