Jesús miró a su alrededor, y les dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!».
Los discípulos se asombraron de sus palabras, pero Jesús volvió a decirles: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios».
Ellos se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?». Jesús los miró fijamente y les dijo: «Esto es imposible para los hombres, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible».
Marcos 10: 23-27
Jesús sorprendió a sus discípulos cuando dijo que era difícil para los ricos llegar al cielo. Después de todo, los ricos tienen muchas ventajas. Ellos pueden dedicar todo el tiempo que quieran a la adoración a Dios y al estudio de la Biblia. Pueden dar mucho dinero a los pobres. Pueden hasta comprar la salida a un problema moral con el que el resto de nosotros estaríamos atrapados, como por ejemplo la decisión de obedecer o no a un jefe que quiere que hagamos algo indebido o perder nuestro trabajo. ¿Por qué debería ser tan difícil para una persona rica entrar en el reino de Dios?
Es que hay un problema que tienen los ricos que los pobres no tienen: es muy probable que pasen por alto su necesidad de Dios. Peor aún, se sienten tentados a reemplazar al Dios real con un ídolo de su propia creación, ya sea riqueza, poder, prestigio, un negocio familiar o algún otro dios falso. Ser pobre y necesitado tiene un lado positivo: te das cuenta de que necesitas ayuda, ayuda de alguien más.
Y encontramos esa ayuda en Jesús nuestro Salvador. Le clamamos por lo que necesitamos, ya sea alimento y ropa, o perdón y vida para el alma. Como dice Lutero en el Catecismo Mayor: «Un dios es aquello de lo que debemos esperar todo el bien y al que debemos refugiarnos en toda angustia […] Si tu fe y confianza son correctas, entonces tu dios también es verdadero; y, por otro lado, si tu confianza es falsa y errónea, entonces no tienes al Dios verdadero; porque estos dos pertenecen juntos, fe y Dios. Que ahora, digo, en lo que pusiste tu corazón y tu confianza es propiamente tu dios».
¡Y el Señor nos responde! Él ve que lo necesitamos. Nos ayuda cuando tenemos problemas y nos da lo que nos hace falta. Incluso cuando nos dice que debemos esperar, o cuando nos dice que no, Él tiene compasión de nosotros y lo hace todo para nuestro bien. Sabemos esto no solo porque lo dice la Biblia, sino también por nuestra propia experiencia de vida. Él puede convertir en bien incluso nuestra pobreza y debilidad, para que nos aferremos a Él con todo nuestro corazón.
Si tienes alguna necesidad, este es el Dios que tienes: Uno que comprende tu corazón completamente, porque Él mismo ha pasado por necesidad. Nació en una familia que no pudo proporcionarle una cuna mejor que el comedero de un animal. Fue un refugiado cuando era niño en Egipto y no tenía hogar cuando era adulto. Cuando sufrió y murió por nosotros, hasta su ropa le fue quitada. Y lo pusieron en un sepulcro prestado.
Este Dios te dice: «Ven a mí. Déjame cuidarte. Déjame hacerte nuevo y limpio en mi reino. Déjame darte la vida eterna que gané cuando resucité de entre los muertos. Yo soy tuyo y tú eres mío, para siempre».
ORACIÓN: Señor, tú conoces mis necesidades. Úsalas para acercarme a ti. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Has tenido alguna necesidad en tu vida?
* Si es así, ¿qué fue lo más difícil?
? Lee estos devocionales para enriquecer tu meditación en la Palabra:
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