Por eso yo me arrodillo delante del Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien recibe su nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, los fortalezca interiormente con poder; para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea dada la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3: 14-21
¿Cómo está tu vida en esta persistente realidad del COVID-19? Es nuestra oración que, en medio de la severidad de este virus, tú y tus seres queridos estén bien. Millones de personas en todo el mundo han recibido sus vacunas y, de forma lenta, y extraña, el mundo está volviendo poco a poco a algo parecido a la «normalidad».
En los últimos dieciocho meses, muchos de nosotros nos hemos convertido en algo así como «especialistas laicos» en COVID-19. Ciertamente no estábamos buscando esta educación, pero cuando los primeros casos comenzaron a ser noticia hace un año y medio, y parecía que se estaban extendiendo rápidamente, nos vimos obligados a comprender como pudiéramos.
Todos hemos visto las gráficas globales, hemos visto las estadísticas y los cronogramas, y a estas alturas probablemente estemos un poco insensibles a la enormidad de todo. También hemos visto cómo estos virus aparecen y desaparecen. Si das un vistazo rápido a la historia mundial notarás que las pandemias son un viejo flagelo que probablemente persistirá en los siglos venideros. Si bien esa no es una perspectiva feliz, tampoco debería ser una sorpresa.
Lo que sí viene como una buena noticia en medio de todo esto es saber que tenemos un Dios que está aquí con nosotros, en todas nuestras circunstancias. Qué bueno es saber que Él nos fortalece con poder a través de su Espíritu en nuestro ser interior, donde la edad, la desgracia y la pandemia no pueden tocarnos. En todos los giros y vueltas de la vida, Dios está con nosotros.
¿Cómo sabemos eso? Lo sabemos porque en Jesucristo «la gracia de Dios se ha manifestado para la salvación de todos los hombres» (Tito 2:11). Lo sabemos porque «hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, que es Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1 Timoteo 2:5 -6). Lo sabemos porque «El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?» (Romanos 8:32).
Lo sabemos porque Dios lo ha dicho.
ORACIÓN: Padre Celestial, gracias porque no importa lo que la vida nos depare, sabemos que nos amas y nos has mostrado esto en tu Hijo Jesucristo. En su Nombre. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
* ¿Qué cosas buenas te han pasado en la vida debido al COVID-19?
* ¿Cómo sientes que Dios está obrando en tu vida debido a esta pandemia?
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