Setenta años son los días de nuestra vida; ochenta años llegan a vivir los más robustos. Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias, pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros. ¿Quién conoce la fuerza de tu ira, y hasta qué punto tu enojo debe ser temido? ¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que en el corazón acumulemos sabiduría!
Salmo 90:10-12
Si bien estas no son palabras muy alentadoras, debemos reconocer que es difícil estar en desacuerdo con el salmista. Algunas personas viven más de 100 años, aunque es raro, y si bien muchos celebran 90 años o más, el salmista observa acertadamente que los años de nuestra vida son 70 u 80. Cualquiera que sea el número de años involucrados, podemos estar de acuerdo en que la duración de una vida no es más que «trabajos y molestias».
¿Vivimos con temor de la ira y el juicio de Dios? ¿Es esa la fuente de nuestro problema? El salmista está preocupado por eso: «Tienes ante ti nuestras maldades; ¡pones al descubierto nuestros pecados!» (Salmo 90:8). Con él oramos por una comprensión realista de nuestra limitada esperanza de vida, «para que en el corazón acumulemos sabiduría». Pero, ¿buscamos y seguimos la sabiduría divina revelada en la Palabra de Dios o la del mundo?
La sabiduría del mundo nos dice (como se expresa en la parábola de Jesús): «Ya puede descansar mi alma, pues ahora tengo guardados muchos bienes para muchos años. Ahora, pues, ¡a comer, a beber y a disfrutar!» (Lucas 12:19b). La sabiduría de lo alto nos dice: «Más bien, anímense unos a otros día tras día, mientras se diga ‘Hoy’, para que el engaño del pecado no endurezca a nadie» (Hebreos 3:13). La sabiduría del mundo afirma que el arrepentimiento y la fe son innecesarios y que la cruz es una tontería. ¿Qué puede importar, dice, que un rabino judío fuera crucificado por los romanos hace siglos? La sabiduría de la Palabra responde: «Porque Dios no permitió que el mundo lo conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la locura de la predicación» (1 Corintios 1:21). Ante el desprecio del mundo, predicamos con valentía a Jesucristo crucificado (ver 1 Corintios 2:2).
La sabiduría del mundo encuentra la felicidad para hoy y la esperanza para el futuro en actividades egocéntricas, pero como dijo sabiamente Pablo: «Si nuestra esperanza en Cristo fuera únicamente para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los hombres» (1 Corintios 15: 9). Esta esperanza es una esperanza mundana y tristemente limitada. La sabiduría piadosa, un don del Espíritu Santo que habita en nosotros, nos enseña a mirar al futuro con esperanza en Cristo, a esperar con confianza el día de su regreso y la resurrección de nuestro cuerpo glorificado (¡y sin edad!). Cada año que el Señor nuestro Dios nos concede, con sabiduría piadosa y con humilde arrepentimiento nos unimos al salmista en agradecimiento: «¡Sácianos de tu misericordia al empezar el día, y todos nuestros días cantaremos y estaremos felices!» ( Salmo 90:14).
ORACIÓN: Señor, a lo largo de nuestros años, ayúdanos por tu Espíritu a crecer en la sabiduría de tu santa Palabra. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
1.- ¿Le temes a la vejez? ¿Cómo vives de manera diferente ahora que cuando eras más joven?
2.- ¿Qué haces para acumular sabiduría en tu corazón? ¿Qué significa para ti tener sabiduría en tu corazón?
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