[Jesús les dijo:] El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Al discípulo debe bastarle con ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¿cuánto más a los de su familia?
(Mateo 10: 24-25)
Probablemente recuerdes un juego de niños llamado «Siguiendo al líder». Los niños eligen un líder y lo siguen en línea detrás de él. Van donde él va y hacen lo que él hace, así que lo que le sucede al líder les sucede también a ellos: si él pasa por el lodo, ellos también. Si a él se le mete tierra en los calcetines, a ellos también. Los niños aceptan todas esas cosas como parte del juego.
Jesús nos dice que lo mismo sucede con nosotros cuando lo seguimos a él, ya que debemos ir a donde él va y hacer lo que él hace. Si Jesús va a lugares o a ver personas con las que no nos sentimos cómodos, lo seguimos. Si Jesús se preocupa por las personas de maneras que requieren más tiempo o compromiso de lo que estamos acostumbrados, nosotros también lo hacemos. Y así nos vamos volviendo cada vez más como Él. Por lo tanto, si Jesús tiene que enfrentar problemas, como lo hizo, podemos esperar que nosotros también tengamos que hacerlo. Todas estas cosas son parte de ser discípulos de Jesús.
¡Menos mal que Jesús nos lo advierte! Porque a muchos de nosotros se nos ha metido en la cabeza que si somos amables con los demás, si no lastimamos a nadie y si hacemos cosas buenas, el mundo nos va a tratar con la misma amabilidad. Pero no siempre sucede de esa manera. Tarde o temprano, alguien a quien hemos ayudado nos traicionará; alguien a quien hemos defendido dirá mentiras sobre nosotros; alguien en quien hemos confiado y a quien hemos amado nos sacrificará para obtener algo que desea. Y entonces nos sorprendemos.
Cuando te suceda eso, vuélvete a tu líder, a Jesús, que vino a este mundo por nosotros aun cuando sabía muy bien que le costaría trabajo duro, sufrimiento y finalmente muerte en una cruz. Él conoce tu sufrimiento. En Él puedes confiar. Apóyate en su dulce fuerza y comprensión. A su tiempo, Él nos resucitará, así como Él mismo resucitó de entre los muertos por nosotros. En esta vida ciertamente sufriremos, pero también resucitaremos, porque Jesús está a cargo y nosotros le pertenecemos.
Oremos: Señor, ayúdame a seguirte, especialmente en los tiempos difíciles. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Recuerdas alguna experiencia en la que seguir a Jesús te llevó a algo que no esperabas?
* ¿Qué desafíos tienes en estos momentos al seguir a Jesús?
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