Alabemos al Señor de señores; ¡su misericordia permanece para siempre! El Señor hace grandes maravillas. ¡Su misericordia permanece para siempre! El Señor creó los cielos con sabiduría. ¡Su misericordia permanece para siempre!
Salmo 136:3-5
En nuestros servicios de adoración a menudo repetimos respuestas como: «El Señor sea contigo… y con tu espíritu», mientras que algunos de los himnos que cantamos tienen estribillos que se repiten al final de cada verso. En el salmo para hoy, las mismas palabras de alabanza se repiten en cada versículo: «Su misericordia permanece para siempre».
El amor firme y duradero del Señor de los señores se revela en las grandes maravillas que solo Dios puede hacer. El salmo nos da una lista detallada de muchas de esas maravillas. Con su Palabra, el Señor creó los cielos y la tierra e hizo el sol, la luna y las estrellas. Luego, el salmo continúa describiendo las maravillas hechas por Dios en la historia de Israel. «Hirió de muerte a los primogénitos egipcios» y sacó de la esclavitud «de Egipto a los israelitas» (vs 10-11). Dios dividió el Mar Rojo para que Israel pudiera cruzar, pasando de manera segura por tierra firme. El Señor derrocó al faraón y sus ejércitos. Dios guió a su pueblo a través del desierto en su camino hacia la tierra prometida. Dios luchó por su pueblo, derribando reyes enemigos y dando la tierra a Israel como su herencia. Se acordó y rescató a su pueblo. ¿Por qué hizo el Señor de señores estas grandes maravillas por Israel? «Porque su misericordia permanece para siempre».
Si tuviéramos que componer nuestros propios versos de alabanza y acción de gracias, ¿qué detalles incluiríamos? ¿Por qué cosas daríamos gracias a Dios? ¿Cómo se nos ha revelado su amor firme y duradero?
En un maravilloso misterio, el Dios de Israel, el Señor de señores, tomó carne humana y nació entre nosotros para ser nuestro Salvador. Jesús sufrió y murió en la cruz derribando el pecado, la muerte y Satanás, para liberarnos de la esclavitud del pecado. El Salvador crucificado se levantó triunfante de la muerte y nos guía ahora por el «desierto» de esta vida terrenal. Él nos sostiene con su Palabra y nos nutre con su santa Cena, perdonándonos y restaurándonos. Cuando lleguemos al final de este viaje terrenal, tenemos la promesa segura de Jesús: «El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Juan 11:25b-26). ¿Por qué ha hecho todo esto por nosotros? Porque «su misericordia permanece para siempre».
Finalmente, cuando Jesús regrese en el último día, nos resucitará corporalmente de nuestras tumbas. Dios nuestro Creador hará nuevos cielos y una nueva tierra y nos dará la bienvenida a Su presencia eterna. Allí, delante de su trono, podremos ofrecer en alabanza el estribillo que tan bien conocemos: «¡Su misericordia permanece para siempre!».
ORACIÓN: Señor Dios, tus maravillas son incontables. Te alabamos por el amor constante y duradero revelado en Jesús, nuestro Salvador. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
1.- ¿Qué significa para tu vida que el amor de Dios permanece para siempre?
2.- Completa esta oración: «Experimenté el amor de Dios cuando _______».
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