Entonces los apóstoles volvieron a Jerusalén desde el monte del Olivar, que dista de Jerusalén poco más de un kilómetro. Cuando llegaron a Jerusalén, subieron al aposento alto, donde se hallaban Pedro, Jacobo, Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hermano de Jacobo. Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente, en unión de las mujeres, de María la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Hechos 1:12-14
¡Qué momento debe haber sido! El impacto de la resurrección de Jesús había ocurrido solo unas pocas semanas antes. (¡Sin duda los discípulos todavía se estaban recuperando de eso!). Desde entonces, Jesús había pasado tiempo con sus discípulos, conversando con ellos, transmitiendo detalles invaluables sobre el reino de Dios y por qué habían sido necesarias todas las cosas que habían sucedido. También «se les presentó vivo… y con muchas pruebas» y les dijo que esperaran en Jerusalén la venida del «Bautismo en el Espíritu Santo» (ver Hechos 1:3-5).
Después de la ascensión de Jesús, los discípulos se dedicaron a la oración, junto con las mujeres y María, la madre de Jesús, y sus hermanos. Su amado Rabino, Maestro y Amigo se había ido. Si bien los acontecimientos recientes mostraban la obra de Dios de una manera maravillosa, todavía debe haber sido un momento agridulce para los discípulos. Querían creer todo lo que Jesús había dicho y hecho. Cómo deben haber presionado sus recuerdos para obtener detalles de sus conversaciones íntimas con ellos, para escuchar nuevamente las verdades que les había dicho sobre el perdón de Dios y su necesidad de amarse unos a otros. Pero esas conversaciones se habían ido.
Con la partida de Jesús, las cosas eran inciertas.
Si estuvieras allí entre los seguidores de Jesús después de su ascensión, ¿qué crees que hubieras hecho? ¿Qué te habría sustentado en esa difícil situación? ¿Habrían sido suficientes las pruebas posteriores a la resurrección de Jesús para resistir las tormentas que seguirían? ¿Te aferrarías a la Persona cuyas palabras habías confiado, cuya vida era ahora el modelo para la tuya, quien se había entregado por tus pecados? ¿O las burlas y los insultos de los demás afectarían tu fe, agobiándote al punto de que tú también dejarías de hablar sobre Jesús a tu familia y amigos?
Los discípulos deben haberse preguntado: ¿cómo mantenemos la fe ahora que Jesús se fue? ¿Y de qué se trata este «Bautismo en el Espíritu Santo»? Jesús ya les había dicho en su última cena juntos: «Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre y a quien yo les enviaré de parte del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio» (Juan 15:26-27).
Era un tiempo para esperar pacientemente a ver qué haría Dios. Era un tiempo de oración. Y no iban a ser decepcionados.
ORACIÓN: Padre celestial, fortalécenos con tu Espíritu Santo para mantenernos firmes en la fe cuando las cosas parecen inciertas y fuera de nuestro control. En el nombre de Jesús. Amén.
Paul Schreiber
Para reflexionar:
1.- Cuando los tiempos son duros y difíciles, ¿cambia de alguna manera tu vida de oración?
2.- ¿Buscas la ayuda de Dios cuando otros critican o menosprecian tu fe?
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