Me puse luego a considerar mis propias obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y me di cuenta de que todo era vana ilusión, un querer atrapar el viento…
Eclesiastés 2:11a (DHH)
Un artista arrastró un árbol de cicuta occidental muerto del suelo del bosque, lo llevó a la ciudad y construyó un invernadero a su alrededor. Quería mostrar cómo hasta un árbol muerto puede dar nueva vida. Este tronco de cicuta se convertiría en un «tronco nodriza», amamantando a los helechos recién nacidos, las babosas y los hongos que lo convertirían en su hogar.
Sin embargo, en un nivel más profundo, había otro mensaje. Porque un árbol muerto, sin el bosque que lo sostenga, no puede ser un tronco nodriza. Entonces, para reemplazar el bosque, en el invernadero instalaron un sinfín de humidificadores zumbantes, conductos industriales y un sistema de control climático que usa mucha energía. Esta exhibición se encuentra en la ciudad de Seattle. Se llama Neukom Vivarium. Mark Dion, su artista, dice que «no es exactamente una obra de arte que nos haga sentir bien […] La debemos ver como si fuera alguien en el hospital bajo una tienda de oxígeno». La verdad es que no es un tronco nodriza. Es cuidado de hospicio, hospicio para una cicuta.
Mira, el artista está dándonos un mensaje aquí. Está alarmado por nuestra presunción demasiado confiada de que los humanos pueden hacer lo que solo el Creador puede hacer. Entonces, creó una escena para reducirnos un poco. Lo mismo podría decirse del artista inspirado que elaboró el libro de Eclesiastés del Antiguo Testamento. En este libro, Salomón, tradicionalmente atribuido como el autor, nos reduce un poco. Una herramienta que usa para reducirnos es la frase hebrea traducida como «luchando tras el viento» o «querer atrapar el viento». Tal vez Salomón quería que nos imaginemos a un pastor mirando hacia el cielo en un día ventoso, agitando su bastón y diciendo: «¡Regresen aquí, nubes! ¡Les dije que se quedaran quietas!». O si estuviera con nosotros hoy, tal vez nos mostraría lo absurdo de los cuidados paliativos para una cicuta.
Dios usa a Eclesiastés para reducir nuestra confianza en nosotros mismos para que no nos alejemos de Él para siempre. Aún más, Dios envió a su Hijo Jesús, colgado al morir en un árbol muerto. Allí Jesús llevó la consecuencia mortal de nuestra confianza en nosotros mismos. Luego, resucitando de entre los muertos, rompió nuestro absurdo invernadero de vidrio para que pudiéramos dejar atrás nuestra vida aislada, encerrada, chupadora de energía. Déjate llevar y descansa. Descansa en el suelo del bosque en las manos más que capaces de tu Creador.
Algunas personas asumen que un tronco muerto puede ser una fuente de vida. Pero no es cierto. Su poder para nutrir nueva vida no proviene de sí mismo, sino de afuera. En el suelo del bosque, el agua, las bacterias, los hongos y un ejército de microbios, se mueven y lo transforman en una fuente de vida. Y allí, descansando en el bosque, el árbol muerto participará de una nueva vida durante 500 años. Y con Jesús trabajando dentro de ti, puedes ser como un tronco nodriza. Puedes dar su vida eterna a otros. Así que no temas, pequeña cicuta, a tu Padre le ha placido darte el Reino.
ORACIÓN: Querido Padre, hazme una imagen viva de tu nueva creación a través de Jesucristo. Amén.
Rev. Dr. Michael Zeigler, orador de The Lutheran Hour
Para reflexionar:
* Trata de expresar en una oración cómo Dios usa a Eclesiastés para reducir nuestra confianza en nosotros mismos.
* ¿De qué manera práctica puedes «dejarte llevar» hoy y descansar en las manos de Jesús?
© Copyright 2022 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: