Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero […] Entonces uno de los ancianos me dijo: «Y estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son? ¿De dónde vienen?». Yo le respondí: «Señor, tú lo sabes». Entonces él me dijo: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero […] porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima».
Apocalipsis 7:9-10, 13-14, 17
Piensa en la última vez que presenciaste un Bautismo o una Confirmación. Es muy probable que las personas involucradas estuvieran vestidas con ropas blancas. Este pasaje de Apocalipsis es la razón.
El blanco es un color difícil de llevar y mantener limpio. Muestra cada mancha y suciedad. En la antigüedad, particularmente, hubiera sido difícil para cualquiera usar ropa blanca a menos que tuviera sirvientes y dinero para ayudar a mantenerla en buen estado. A la gente pobre le iría mejor con un tono más oscuro.
En este pasaje, sin embargo, nadie se preocupa por tener manchas y suciedad. Sus ropas son blancas como la nieve, resplandecientes como el sol. ¿Por qué? Porque todas estas personas «han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero».
¿Qué significa eso? La sangre no es un agente blanqueador. Bueno, a menos que estemos hablando de la sangre de Jesús, el Cordero de Dios, quien entregó su vida en la cruz para que podamos ser hijos de Dios perdonados.
Eso es lo que simbolizan las túnicas blancas. No es un esfuerzo humano: ninguna de estas personas podría mantenerse impecable ni siquiera por un solo día. Pero Jesús puede mantenerlos perdonados y limpios, porque Él se ofreció a sí mismo para hacer a cada persona: «gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni arruga ni nada semejante» (Efesios 5:27b). Y debido a que Jesús ha resucitado de entre los muertos, el libro de Hebreos nos dice que Él «puede salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25).
Si confías en Jesús, tú también perteneces a su pueblo, vestido con las vestiduras blancas del perdón y la salvación. Y cada vez que tropiezas y caes en pecado, Jesús está allí para limpiarte nuevamente con el poder de su propia sangre. Siempre que pecas, puedes pedirle ayuda. Él no se apartará de ti. Él nunca te dirá: «No te quiero; te has equivocado demasiadas veces». No, Él te acercará, te lavará y te hará sano y limpio de nuevo, porque le perteneces a Él y Él te ama.
¡Con razón todo el pueblo de Dios lo alaba!
Dra. Kari Vo
ORACIÓN: Señor, acércame a ti y límpiame, todos los días de mi vida. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Te gusta lavar la ropa? ¿Por qué sí o por qué no?
* ¿De qué formas te consuela y te fortalece el perdón eterno de Jesús?
© Copyright 2022 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: