¡Canten al Señor un cántico nuevo! ¡Alábenlo en la comunidad de los justos! ¡Que Israel se alegre en su creador! ¡Que los hijos de Sión se regocijen por su Rey!
Salmo 149: 1-2
«¡Canten al Señor un cántico nuevo!». ¿Qué tiene eso de nuevo?
Durante siglos, los santos han ofrecido cantos, himnos y cánticos de alabanza al Señor, pero el nuevo cántico del que se habla aquí no es simplemente una melodía compuesta recientemente o una letra nueva para la melodía de un himno que ya nos es familiar. No es solo una canción contemporánea acompañada de guitarras y batería. Nuestro cántico es nuevo porque lo que Dios está haciendo es nuevo: «Fíjense en que yo hago algo nuevo, que pronto saldrá a la luz. ¿Acaso no lo saben?» (Isaías 43: 19a).
Es una canción nueva sobre una antigua promesa cumplida, la promesa de Dios de enviar un Salvador. Dios el Hijo, Jesús nuestro Señor, se hizo carne humana para nacer entre nosotros. Sufrió la pena de muerte que merecíamos por nuestros pecados y se levantó victorioso sobre la muerte. Entre las muchas religiones del mundo y otros supuestos dioses, ¿quién ha oído hablar de tal cosa?
El Señor nuestro Hacedor nos eligió en Cristo Jesús para ser su pueblo santo. No fuimos elegidos porque dejamos de pecar o porque nos esforzamos mucho por obedecer sus mandamientos. No fuimos elegidos porque realizamos las ceremonias correctas y trajimos las ofrendas correctas. ¡Ni siquiera fuimos elegidos porque cantamos todas las canciones correctas! Dios nos eligió en Cristo Jesús para ser su pueblo santo antes de que naciéramos, antes de que el mundo fuera creado.
Nuestro cántico nuevo celebra las cosas nuevas que Dios ha hecho. Él nos eligió por gracia, su favor inmerecido por los pecadores. El poderoso Creador de todas las cosas, quien creó todo, desde los océanos hasta los insectos, que puso en movimiento las estrellas y los planetas, pero sabe cuando incluso cae un gorrión, nos eligió, siendo todos pecadores, para crear para Él mismo «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 Pedro 2: 9a). ¡Ese es un gran motivo para cantar canciones nuevas y antiguas!
Nuestro cántico nuevo también canta de nuestra renovación. Hemos sido bautizados en Cristo, unidos a su muerte, sepultura y resurrección. Somos criados para caminar en novedad de vida y cada uno de nosotros es una nueva creación. Toda esta novedad se ha producido gracias a un nuevo pacto, en el que Dios dice del pueblo que crea y reclama para sí mismo: «Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo […] perdonaré su maldad, y no volveré a acordarme de su pecado» (Jeremías 31: 33b, 34b). Es un pacto sellado con la sangre de Jesucristo.
Y al final, cuando Jesús regrese, Dios creará un cielo nuevo y una tierra nueva. Seremos resucitados corporalmente de la muerte como resucitó Jesús, y nos uniremos a los santos y ángeles cantando alabanzas a Dios nuestro Hacedor y Redentor: «Digno es el Cordero inmolado de recibir el poder y las riquezas, la sabiduría y la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza» (Apocalipsis 5: 12b). Será una canción nueva que nunca dejará de serlo.
ORACIÓN: Señor y Dios, escucha y acepta mis cánticos de alabanza, tanto los nuevos como los antiguos. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
* ¿Qué canción has escuchado recientemente y te gusta mucho?
* ¿Sabes si cantar y alabar a Dios era algo que se hacía a menudo en el Antiguo Testamento? ¿Puedes dar algunos ejemplos además de los de los Salmos?
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