Cuando llegó el día de Pentecostés, todos ellos estaban juntos y en el mismo lugar. De repente, un estruendo como de un fuerte viento vino del cielo, y sopló y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron unas lenguas como de fuego, que se repartieron y fueron a posarse sobre cada uno de ellos. Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu los llevaba a expresarse.
En aquel tiempo vivían en Jerusalén judíos piadosos, que venían de todas las naciones conocidas. Al escucharse aquel estruendo, la multitud se juntó, y se veían confundidos porque los oían hablar en su propia lengua […] Pedro […] con potente voz dijo: «Varones judíos, y ustedes, habitantes todos de Jerusalén […] esto es lo que dijo el profeta Joel: »Dios ha dicho: En los últimos días derramaré de mi Espíritu sobre toda la humanidad […] Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
Hechos 2:1-6, 14b, 16-17a, 21
Cuando Dios les dio a los primeros cristianos el don del Espíritu Santo, necesitaban alguna forma de reconocer que el Espíritu Santo estaba obrando a través de ellos, algún tipo de don, alguna evidencia de su presencia. ¿Qué eligió Dios para lograr esto?
Podría haber elegido cualquier cosa: sanidad o milagros o el don de la predicación realmente persuasiva. Pero Él no escogió eso. En cambio, les dio el don de hablar en idiomas que nunca habían aprendido.
Ahora, el asunto con ese regalo es que es básicamente inútil para la persona a la que le sucede. No me sirve de nada si Dios me da la habilidad milagrosa de hablar en chino o tagalo o cherokee. Solo le sirve a la persona que habla ese idioma y que necesita escuchar acerca de Jesús. El don de lenguas significa que otras personas pueden escuchar el Evangelio, creer en Jesús y ser salvas.
Y eso es exactamente lo que sucedió. Los extranjeros que visitaban Jerusalén para la festividad se juntaron en la calle y se sorprendieron. ¡Todas esas personas estaban hablando los mismos idiomas de ellos, aunque claramente eran galileos! (Me pregunto si tenían acentos galileos en los otros idiomas. Eso sería un poco divertido).
Cuando Dios eligió este regalo para el día de Pentecostés, las Buenas Nuevas de Jesús llegaron al mundo a toda velocidad. Miles de personas escucharon que Dios había venido al mundo por ellos, para vivir, sufrir, morir y resucitar, y que cualquiera que pusiera su confianza en Él sería perdonado y viviría para siempre. Y ellos respondieron. Unas 3.000 personas creyeron y se bautizaron.
Pero en el futuro, compartir el Evangelio no sería tan fácil. La mayoría de los misioneros tienen que aprender los diferentes idiomas de la manera más difícil. Y por lo general, las personas llegan a la fe en grupos más pequeños, o incluso uno por uno. Pero en el día del nacimiento de la iglesia cristiana, Dios se aseguró de que centráramos nuestra atención en lo que le importa a Él: llevar el Evangelio a las personas que nos rodean y que aún no conocen a Jesucristo. Ahí es donde está el corazón de Dios, y ahí es donde también deben estar nuestros corazones.
ORACIÓN: Señor, ayúdame a amar a las personas que me rodean como tú lo haces, y a poder compartir tu amor con ellos también. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
* ¿Hablas otros idiomas?
* ¿Cómo los usas para edificar al pueblo de Dios?
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