La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús.
Romanos 3:22-24
Si eres padre, enseñas a tus hijos a ser responsables: por ejemplo, les dices que si quieren algo, deben ganárselo. Con esta idea arraigada en la mente desde nuestra juventud, ¿es de extrañar que haya malentendidos sobre la salvación, la justificación y la vida eterna? La mentalidad de trabajar para ganar beneficios es tan generalizada que, cuando consideramos el Evangelio, suena extraño, improbable y totalmente increíble.
Dicho esto, Romanos 3:22-24 es claro: la salvación es un «regalo». ¿Pero cómo puede ser esto? Algo como la salvación no puede ser fácil. Tiene que haber algún esfuerzo; tenemos que trabajar para ganarlo, ¿verdad? Tal fue el pensamiento durante la Reforma. La iglesia institucional estaba enseñando, y la gente creía, que llegar al cielo requería nuestro esfuerzo: decir un cierto número de oraciones, cumplir con deberes religiosos y sociales, etc.
Usando las Escrituras, Martín Lutero y otros reformadores demostraron lo que la Biblia había estado diciendo todo el tiempo. Nadie puede «ganarse» el perdón de Dios y la vida eterna. ¡Es gratis! Dios te ama y te lo da por Jesús. No hemos sido lo suficientemente buenos, pero Jesús sí. No hacemos todas las cosas bien, pero Jesús sí. No podemos trabajar lo suficiente, pero Jesús sí. No es nuestro esfuerzo lo que nos salva: es la obra de Jesús y solo de Jesús.
En la cruz Jesús tomó nuestros pecados, todos ellos, sobre sí mismo. Allí recibió el castigo que merecíamos. Él tomó nuestra culpa y murió en nuestro lugar para ganar nuestro perdón. Cuando Jesús dijo: «Consumado es» (ver Juan 19:30), lo dijo en serio. ¡Misión cumplida! Y cuando resucitó de los muertos, el Padre selló la obra de redención de su Hijo. Ahora, la vida eterna se ofrece a todos los que creen en él, ¡como un regalo!
Así que, cuando les enseñes a tus hijos a trabajar duro por lo que quieren en esta vida, puedes hacerlo con la conciencia tranquila. Así es como funciona el mundo. Así es como funciona la sociedad. Pero la lección más importante para ellos (y para nosotros) es que así no es como Dios funciona. No podemos ganarnos su favor. No hay nada que podamos hacer porque no hay nada que podríamos hacer.
El perdón de Dios y el regalo de la salvación eterna han sido comprados en nuestro nombre por Jesús y son dados gratuitamente a todos aquellos quienes confían en él como su Señor y Salvador. Puede que no se ajuste a nuestra forma de pensar sobre cómo funcionan las cosas en este mundo, pero eso no debería sorprendernos. Dios se dedica a hacer cosas que no esperaríamos, salvándonos de una manera que va en contra de nuestra forma de pensar.
«El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé la inteligencia de los inteligentes»» (1 Corintios 1:18-19).
ORACIÓN: Padre Celestial, gracias por el don de tu Hijo Jesús. En su Nombre oramos. Amén.
Adaptado del mensaje, «Cuando lo libre significa gratis», del Rev. Dr. Kurt Taylor, director del programa de Ministerios de la Iglesia en la Universidad de Concordia, Wisconsin.
Para reflexionar:
1.- ¿Has intentado «ganarte» el amor y el perdón de Dios? ¿De qué manera?
2.- ¿Cómo le explicas a alguien que el amor de Dios es gratuito y está disponible para todos?
© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones
Suscríbete y recibe el devocional diariamente en tu e-mail: