Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se levantó a leer las Escrituras… Todos hablaban bien de él y se quedaban asombrados de las palabras de gracia que emanaban de sus labios… Al oír esto, todos en la sinagoga se enojaron mucho. Se levantaron, lo echaron fuera de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, para despeñarlo. Pero él pasó por en medio de ellos, y se fue.
Lucas 4:16, 22, 28-30
¡Qué reacción tan extraña esa de pasar de que «todos hablaban bien de él y se quedaban asombrados de las palabras de gracia que emanaban de su boca», a tratar de arrojar a Jesús por un precipicio! Ciertamente, algo los puso furiosos.
Y si prestamos atención al sermón de Jesús, podemos ver de qué se trataba. Estaban felices mientras Jesús proclamara la misericordia de Dios para con ellos. ¡Pero entonces Jesús comenzó a proclamar la misericordia de Dios a los extranjeros! Él dijo: «A decir verdad, en los días de Elías, cuando… hubo mucha hambre en toda la tierra, había muchas viudas en Israel; pero Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda en Sarepta de Sidón. Y en los días del profeta Eliseo había también muchos leprosos en Israel, pero ninguno de ellos fue limpiado sino Naamán el sirio» (vv 25-27).
Eso sí que no lo querían escuchar. ¡Para ellos, Dios pertenecía solo a Israel! Se pusieron tan furiosos, que intentaron matar a Jesús.
Hoy también hay personas que se comportan así. Nosotros nos comportamos así cada vez que nos negamos a compartir las bendiciones de Dios con otros que las necesitan, solo porque ellos son diferentes a nosotros. En contra de esta actitud, Jesús nos insta: «Den gratuitamente lo que gratuitamente recibieron» (Mateo 10:8). Las misericordias de Dios son para todo el mundo, y no solo las bendiciones materiales, sino también la mayor de todas: su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador, quien murió y resucitó por nosotros.
ORACIÓN: Querido Señor, dame un corazón generoso para compartir tu amor con todos. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Qué dones te ha dado Dios? Haz una lista de ellos.
2.- ¿Cómo te ha ayudado Jesús a bendecir a otras personas?
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