José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla.
Mateo 1:19
José se encontró atrapado en una pesadilla que no era su culpa. Su prometida estaba embarazada y sabía que él no era el padre. Según la ley judía, tenía un caso legal contra ella por adulterio, y la pena tradicional para eso era la muerte por lapidación. Pero, a pesar de lo dolorido que estaba, José no deseaba eso.
En esos tiempos había otra opción: José podía divorciarse de ella y hacerlo tan público o silenciosamente como quisiera. Siendo un hombre compasivo, decidió hacerlo calladamente y esperar que la causa no fuera ampliamente conocida. Esas eran las dos únicas opciones que tenía, o al menos eso pensaba.
Una tercera opción se abrió cuando el ángel fue a visitarlo, una opción que José nunca se habría imaginado. Podía seguir adelante y llevar a María a su casa para ser su esposa y a Jesús para ser Su hijo. Este sería un acto de pura gracia. Si decidía creer su historia, se expondría a las burlas de todos en el pueblo que sabían que estaba embarazada demasiado pronto. Le echarían la culpa o, peor, sería compadecido por haber sido engañado.
Sabemos lo que José eligió. ¿Acaso nos sorprende este pequeño acto de gracia, en una historia que trata sobre la gracia de Dios por nosotros? Dios no tenía que salvarnos, no tenía que llevarnos a su familia, no tenía que amarnos y aceptarnos como suyos. Pero eligió hacerlo a través del nacimiento, la vida, la muerte y la resurrección de su Hijo Jesús.
ORACIÓN: Padre, gracias por gentilmente hacerme tuyo. Amén.
Dra. Kari Vo
Para reflexionar:
1.- ¿Qué haces cuando no hay buenas opciones?
2.- ¿Alguna vez te encontraste con una opción inesperada?
3.- ¿Cuándo alguien te mostró amabilidad inesperadamente?
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