…He aprendido a estar contento en cualquier situación.
Filipenses 4:11b
No tiene nada de malo ser miope, ¿no es cierto? Y ¿qué tal ser introvertido, culto, atlético, sociable?
Pocas de estas condiciones provocan algún tipo de estigma social permanente. Después de todo, la miopía (la definición del diccionario es «miope, tener una visión estrecha») golpea incluso a los mejores. Solo porque cualquiera de estas etiquetas pueda encajar con nosotros, no estamos condenados a una vida de alienación social. Seguimos siendo valiosos.
Pero, ¿qué pasa si encajamos en la categoría de «solteros»? Y peor aún si a eso le agregamos «cristianos».
A veces, incluso en la iglesia (o especialmente en la iglesia), estas designaciones parecen combinarse para producir una especie de lepra social que hace sufrir a quienes se encuentran en esa categoría. Como resultado, la necesidad de las personas solteras de tener interacciones significativas puede quedar insatisfecha, haciendo que se sientan alejadas de sus hermanos en Cristo, de Dios y de sí mismas. Muchas de ellas desaparecen así de una iglesia con la que no tienen una conexión humana real.
El cristiano soltero puede flotar al margen de la comunidad esperando poco, recibiendo poco y, gradualmente, simplemente alejándose. Y, si esta persona es miope y se esfuerza por ver un panorama más amplio de sus vidas, cualquiera de estas opciones puede parecer una forma legítima, aunque incómoda, de hacerlo.
Es que la miopía nos ciega al plan único de Dios para nuestras vidas. Y a menos que estemos dispuestos a comprometernos con Dios y su Palabra, una especie de alienación siempre parece estar bastante cerca.
La vida de soltero puede ser parte del plan de Dios para ti en este momento o a partir de ahora. Cualquiera sea el contexto en el que te encuentres, es razón suficiente para estar contento con tu fe en Jesús y la salvación que él ha ganado para ti en la cruz (ver Filipenses 4: 4-7, 11; Juan 14: 1-3, 27). Estás en un lugar y circunstancias específicos, y tienes las habilidades dadas por Dios para llevar a cabo la misión de Cristo en tu parte del mundo.
Pero eso no sucederá si tú y yo insistimos en ser miopes. Que Dios nos conceda que perdamos nuestra miopía ante el mundo que nos rodea.
ORACIÓN: Padre Celestial, abre nuestros ojos a la imagen más amplia de Ti obrando en nuestra vida. En el nombre de Jesús. Amén.
The Lutheran Layman, 1978, «Está bien ser miope», Jane Fryar.
Para reflexionar:
1.- ¿Qué es lo que más satisfacción te brinda de tu relación con Dios?
2.- ¿Cómo puede el ser miope (con respecto a la vida en general) cegarnos a la obra de Dios en nuestra vida?
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