[Dijo Jesús:] El reino de los cielos es semejante al dueño de una finca, que salió por la mañana a contratar trabajadores para su viña. Convino con ellos en que les pagaría el salario de un día, y los envió a su viña…
Cuando llegó la noche, el dueño de la viña dijo a su mayordomo: «Llama a los trabajadores y págales su jornal. Comienza por los últimos y termina por los primeros» […] Al recibirlo, comenzaron a murmurar contra el dueño de la finca. Decían: «Estos últimos han trabajado una sola hora, y les has pagado lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el cansancio y el calor del día». El dueño le dijo a uno de ellos: «Amigo mío, no te estoy tratando injustamente. ¿Acaso no te arreglaste conmigo por el salario de un día? […] ¿no tengo el derecho de hacer lo que quiera con lo que es mío? ¿O acaso tienes envidia, porque yo soy bueno?».
(Mateo 20:1-2, 8, 11-13, 15).
Los hijos de Dios somos enviados a su finca como «trabajadores» con una diversidad de vocaciones para cada estación de nuestra vida. Jesús eligió soportar «el cansancio y el calor del día» por nosotros en la cruz, y sólo por la fe en su perdón nuestras obras son «dignas del evangelio», como dice Filipenses 1:27.
El reino de Dios no depende de nosotros, sino que nosotros dependemos de él. No servimos porque estamos buscando una recompensa o más mérito que el que llegó a la finca después de nosotros. Servir a Dios es un trabajo de amor que hacemos porque Dios nos ha empoderado en nuestro bautismo y porque queremos hacerlo.
Sirvamos a nuestro prójimo y a Dios con amor y humildad, así como Jesús nos sirvió, sabiendo que es un privilegio tener la oportunidad de hacerlo.
Señor, recuérdanos que somos parte de tu reino sólo por tu gracia. Ayúdanos a valorar el privilegio que tenemos de servirte y haznos instrumentos de tu amor y gracia a quienes nos rodean. Amén.
Diaconisa Noemí Guerra
Para reflexionar:
* ¿Cuál es tu forma favorita de servir a Dios?
* ¿De qué formas puedes servir a Dios hoy, sirviendo a quienes te rodean?
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