
Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.
Colosenses 3:15 NVI
¿Has visto cómo cambia el ambiente cuando alguien agradece en vez de quejarse? Es como si el aire se aligerara, y es casi contagioso. Cuando la paz de Cristo gobierna en nuestros corazones, inevitablemente seremos agradecidos. La gratitud florece desde la paz de Cristo.
En su carta a los Colosenses, el apóstol Pablo les recuerda a los creyentes que ya no viven bajo las reglas del viejo yo, sino que ahora, en Cristo, son una nueva creación. Y esa nueva vida se nota. Se nota en el amor, en la paciencia… y también en la gratitud. Pero esta gratitud no es una actitud fingida ni un ejercicio de optimismo. No. Es una respuesta natural a la paz que solo Jesús puede dar.
Pablo escribe esta carta desde la prisión, dirigiéndose a una iglesia que no conocía personalmente, pero por la cual oraba con fervor. Él la anima a vestirse del carácter de Cristo en comunidad, como cuerpo unido. La frase “sean agradecidos” no es un consejo aislado, sino parte de una vida donde Cristo reina y une. En ese contexto, la gratitud no solo bendice a la persona, sino que edifica a la comunidad, fortaleciendo la unidad y el testimonio cristiano.
Pero esa paz no es algo que tú produces. Es un regalo que Cristo te da por medio de su Palabra, por el Bautismo que te marcó como suyo, y por la Santa Cena donde te fortalece con Su propio cuerpo y sangre. Cuando Jesús es quien reina en tu corazón, desde allí, Su paz echa raíces.
Padre nuestro, te pedimos que gobierne en nuestros corazones la paz de Cristo, a la cual fuimos llamados en un solo cuerpo. Y que seamos agradecidos. En su Nombre, amén.
Para reflexionar
* ¿Cómo te ayuda Jesús a practicar la gratitud, incluso en lo difícil?
* ¿Dónde ves hoy una razón para agradecer?
Diaconisa Noemí Guerra
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