¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? … el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios… intercede por nosotros. ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? …en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor
(Romanos 8:31-39).
¿Qué más podemos decir? ¡Nada! Nos toca acompañar a Pablo y la familia entera de creyentes en este canto de certeza triunfal. Dios, en su generosidad divina, entregó a su Hijo por todos nosotros, y esa es la garantía de que nos dará nada menos que todo. Nuestro Padre, el Juez de la humanidad, ha hablado, su voz retumba como un eco a través de los siglos. Su veredicto, firme e inmutable, se levanta como una bandera de victoria en nuestras vidas. ¡Nada puede revertir lo que ha sido declarado por la más alta autoridad! ¡Cantemos en victoria!
Ni el sufrimiento más intenso ni las fuerzas invisibles pueden separarnos del amor que fluye incesante desde lo alto. El Espíritu Santo teje esperanza en medio del sufrimiento, fortaleza en nuestra debilidad y un propósito eterno en cada aspecto de nuestras vidas. Cuando la esperanza titubea, cuando la impaciencia amenaza con nublar nuestra visión, el Espíritu está allí, susurrándonos la verdad indestructible: el amor de Dios nunca nos abandonará. ¡Cantemos!
Cantemos del amor que nos abraza sin importar las circunstancias. Cantemos de la certeza de nuestra victoria en Cristo. Cantemos de la presencia constante del Espíritu Santo que nos eleva por encima de las luchas y nos lleva hacia el propósito divino.
Padre, recibe nuestro canto de oración y fe. ¿Qué más podemos decir? Si tú estás a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros. No escatimaste ni a tu propio Hijo, sino que lo entregaste por todos nosotros, ¿cómo no nos darás también con él todas las cosas? Por eso, hoy te cantan nuestros corazones. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo puedes aplicar la certeza triunfal mencionada en el texto a tu vida y desafíos personales?
* Dedica un momento del día a cantar en tu corazón o en voz alta acerca del amor de Dios en tu vida.
Diaconisa Noemí Guerra
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Que a pesar de mis sufrimiento tengo la certeza que esta conmigo y que me ayudará, a salir de esta enfermedad que afecta mi cuerpo ,confío que me lo dará y canto victoria y espero en Él.
Amén, ¡así será en el nombre de Dios!