
Ustedes, los padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor
Efesios 6:4
Cuando me toca dormir lejos de casa me gusta dejar las cortinas de una ventana abierta en la noche para que entre algo de luz de la calle. Esa luz me guía para moverme con seguridad si necesito levantarme en la noche.
Criar adolescentes es algo así. Sus vidas pueden estar llenas de incertidumbre y oscuridad, pero como padre, madre o persona de influencia, reflejas la luz de Jesús en sus vidas, esa luz que entra a través de la ventana de una buena relación abierta. La luz de Cristo reflejada en nuestra vida por medio de amor, paciencia y palabras de aliento son esa guía que les ayuda a no tropezar, cuando no están seguros hacia dónde ir.
Piensa en esto: Dios nos llama a no apagar esa luz con la ira, la impaciencia o el autoritarismo. Eso lo único que logra es cerrar la ventana de la relación. En el contexto del pasaje de hoy, Pablo está hablándoles a padres en una sociedad donde los hijos eran muchas veces tratados como propiedad. Pero aquí, Pablo introduce una nueva perspectiva, inspirada por el ejemplo de Jesús: guiar a los hijos desde un lugar de amor, paciencia y misericordia.
Tú tienes la oportunidad de mantener «ventanas abiertas» en la relación con la siguiente generación. ¿Cómo? Escuchándolos sin juzgar, disciplinándolos con empatía y reflejando la paciencia que Dios tiene contigo.
Jesús, como la luz del mundo, nos mostró cómo es amar de verdad. Él se sacrificó por ti y por mí para restaurar nuestra relación con el Padre. Cristo mismo es la luz que nunca se apaga. Ahora puedes compartir el regalo de esta noticia con alguien más.
Padre nuestro, ayúdanos a no exasperar a nuestros hijos o a las personas a quienes influenciamos, sino a educarlos en la disciplina y la instrucción de nuestro Señor Jesús. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué ventanas puedes abrir en tu relación con tus hijos?
* ¿Cómo puedes mostrarles la luz de Cristo, incluso en momentos de frustración?
Diaconisa Noemí Guerra
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