Cuando los ángeles volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Vayamos a Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha dado a conocer.» Así que fueron de prisa, y hallaron a María y a José, y el niño estaba acostado en el pesebre. Al ver al niño, contaron lo que se les había dicho acerca de él
(Lucas 2:15-17).
¿Qué te parece si comienzas el nuevo año dejándote sorprender por Dios? Los pastores que estaban en las afueras de Belén cuidando ovejas no se «dejaron» sorprender, sino que ¡fueron sorprendidos! Seguro que la visita de esos seres celestiales que iluminaron el cielo y hablaron su lenguaje fue la sorpresa más grande de sus vidas.
Lo más probable es que ya ni se acordaran de qué habían estado hablando antes de esa aparición, pero ya no importaba: ahora tenían tema para hablar y cosas por descubrir, por lo que inmediatamente cambiaron su rutina. Ya no esperaron a que clareara el día ni consideraron si era oportuno ir a ver al recién nacido a esa hora. Sin más, fueron a Belén a ver lo que los ángeles les habían contado. Y todo estaba como se les había dicho.
Así comienza Dios el anuncio de la llegada a la tierra del Salvador del mundo. Los pastores decidieron que ir a ver con sus propios ojos lo que sus oídos habían escuchado no tenía que esperar ni siquiera un minuto, y cuando encontraron al Niño contaron lo que habían escuchado de los ángeles. De ahí en más, la noticia del nacimiento de Jesús recorrió el mundo atravesando montañas y mares y siglos de tiempo, y llegó hasta nosotros.
El mensaje sigue siendo el mismo, pero ¿cuál es nuestra reacción? Pregúntate si estás reaccionando con la misma premura de los pastores. Y si no lo estás, ven a ver lo que hay en Cristo hoy, y habla a otros lo que sabes de él.
Gracias, Dios, por haber enviado a nuestro Salvador. Ayúdanos a compartirlo con quienes nos rodean. Amén.
Rev. Héctor Hoppe
Para reflexionar
- ¿De quién aprendiste la historia de la Navidad?
- ¿A quién puedes contarle la historia de la salvación que nació en Belén?
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