Y al que puede fortalecerlos conforme a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ahora ha sido revelado por medio de las Escrituras de los profetas, y que de acuerdo al mandamiento del Dios eterno se ha dado a conocer a todas las naciones para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea la gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén
(Romanos 16:25-27).
Juan Sebastián Bach es considerado uno de los mayores compositores de todos los tiempos. Creció en una familia alemana de músicos, por lo que desde joven estuvo rodeado de música, especialmente tras la muerte de su padre, cuando su hermano mayor se hizo cargo de él. Como maestro de capilla, creó algunas de sus obras más célebres, incluyendo conciertos, sonatas y suites. Y durante sus últimos años produjo impresionantes obras corales, pasiones y la monumental Misa en si menor.
Bach dejó un legado musical increíble, y hoy en día su obra ocupa un lugar destacado en el repertorio musical debido a su excelencia. Sin embargo, y a pesar de su excelencia y fama, al cerrar sus composiciones, Juan Sebastián Bach incluía las letras «S.D.G.», Soli Deo Gloria en latín, atribuyendo la dedicación de su trabajo exclusivamente a la gloria de Dios.
Algo así hace Pablo aquí, donde concluye su impactante disertación sobre la ley y el evangelio en el libro de Romanos con la misma nota, enfatizando que todo encuentra su significado y propósito en Jesucristo, a quien se atribuye toda la gloria. Qué hermosa reflexión nos deja Pablo en estas palabras finales. Me gusta cómo nos recuerda la magnitud de lo que Cristo hizo en la cruz: entregó su vida para que nosotros tengamos perdón y vida eterna, revelando así el misterio que había estado oculto desde tiempos eternos.
Entonces hoy, en medio de nuestras vidas ocupadas y a veces caóticas, recordemos que en todo lo que hagamos, en todas las decisiones que tomemos, podemos decir con convicción y humildad: «Sólo a Dios sea la gloria».
Padre, ayúdanos a recordar que eres más grande que nuestro entendimiento y que todo, absolutamente todo está comprendido en Cristo y por medio de él. ¡A ti sea la gloria mediante Jesucristo para siempre! Amén.
Para reflexionar:
* ¿De qué manera atribuyes toda la gloria a Dios en tu vida diaria?
* ¿En qué aspectos de tu vida podrías revelar el misterio divino que Pablo menciona, reconociendo que todo encuentra su significado y propósito en Jesucristo?
Diaconisa Noemí Guerra
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