En los días en que los jueces gobernaban en Israel, hubo mucha hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, junto con su mujer y sus dos hijos. Ese hombre se llamaba Elimelec, y su mujer, Noemí; sus hijos se llamaban Majlón y Quelión, y habían nacido en Efrata, de Belén de Judá. Cuando llegaron a los campos de Moab, se quedaron a vivir allí. Pero murió Elimelec, marido de Noemí, y ella se quedó sola con sus dos hijos. Más tarde, ellos se casaron con unas moabitas, una de las cuales se llamaba Orfa, y la otra Rut, y se quedaron a vivir en Moab durante unos diez años. Pero también murieron Majlón y Quelión, y Noemí se quedó desamparada, sin marido ni hijos
(Rut 1:1-5).
¡Qué tragedia más grande la que viven Rut y Noemí! Y es que en esta vida todos experimentamos algún tipo de tragedia, porque vivimos en un mundo quebrantado por el pecado. Todavía no hemos llegado al cielo. En los días de Elimelec, la vida tampoco era sencilla. La hambruna obligó a su familia a tomar decisiones difíciles, como la que muchos de nosotros enfrentamos hoy en día.
Aun así, Dios es nuestro verdadero Elimelec (que significa: mi Dios es rey). Él envió a Cristo, quien voluntariamente sufrió la más grande tragedia en la cruz para rescatarnos. Ahora Él nos acompaña en medio de las peores circunstancias, y usa a amigos como Rut para ayudarnos.
Entonces, más allá de si estamos prosperando o enfrentando dificultades, la Palabra de Dios es una luz en nuestro camino que nos recuerda que nuestra historia no está escrita solo por circunstancias difíciles, sino por la redención que viene a través de la tragedia y el escándalo de la cruz de Jesús. Tú y yo podemos hallar consuelo en la obra redentora de Cristo en la cruz, recordando que Dios está tejiendo nuestra historia en su plan perfecto y que en Jesús encontramos esperanza, no solo para esta vida, sino también para la eternidad.
Compartamos el consuelo de Cristo con todos los que nos rodean, y hagamos que nuestras vidas reflejen la verdad de que, a pesar de las tragedias, hay una esperanza que trasciende todas las circunstancias porque Cristo transformó su tragedia (y la nuestra) en victoria.
Padre, perdónanos porque en momentos de dolor y pérdida no siempre hemos corrido a ti como nuestro Rey, nuestro verdadero Elimelec, y ayuda a todos los que están sufriendo tragedias. Por Jesucristo. Amén.
Para reflexionar:
* ¿De qué maneras buscas la guía de Dios cuando te enfrentas con situaciones que requieren decisiones difíciles?
* ¿Cómo cambia tu perspectiva ante las dificultades cuando recuerdas que Dios es tu verdadero Elimelec (tu verdadero Rey), y que Cristo sufrió la mayor tragedia en la cruz para rescatarte?
Diaconisa Noemí Guerra
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