Puesto en pie
Jesús, Pedro, Jacobo y Juan habían estado recientemente en el Monte de la Transfiguración. Un tiempo después, regresaron con los demás discípulos. Cuando llegan, ven que sus colegas no la están pasando muy bien que digamos. Hay una gran multitud a su alrededor; los escribas los están bombardeando con preguntas y nimiedades como de costumbre. Cuando llegan Jesús y los demás, les preguntan de qué se trata toda esa discusión.
La lengua de Jesús
Hay algunas conversaciones de las que te tienes que alejar porque te han despellejado. Alguien usó el filo de su lengua contigo, lo merecieras o no, y el dolor es terrible. Y no te sientes nada mejor cuando te dicen que lo están «diciendo por tu propio bien». Es posible que realmente crean que lo están haciendo por tu bien, pero el resultado real no es así.
Cuando pienso en conversaciones como esa, quiero correr y esconderme. Y me siento igual acerca de las conversaciones que suceden a nuestras espaldas, los chismes que se difunden por la iglesia o el trabajo, a veces camuflados como una «petición de oración», pero realmente sirven como una oportunidad para que las personas compartan detalles hirientes y jugosos sobre alguien. ¡Ay, ay, ay, ay, ay! ¿Cómo puede una parte tan pequeña del cuerpo hacer tanto daño?
Jesús caminando por nuestro camino
¿Te has preguntado alguna vez cómo fue para Jesús vivir entre nosotros como hombre entre otros seres humanos? Sabemos que pasó mucho tiempo en oración y sabemos que confiaba constantemente en su Padre para todo lo que hacía y decía. Pero su experiencia interna es un misterio.
Por eso me encanta este pasaje de Isaías, porque nos da la propia voz de Jesús describiendo cómo fue caminar y vivir entre nosotros como nuestro Salvador.
¡Y lo sorprendente es que su experiencia se parece mucho a la nuestra! Dice «el Señor me ha dado una lengua de sabios», es decir, Jesús se considera a sí mismo como un aprendiz de Dios el padre.
En reposo
«Alma mía, ya puedes estar tranquila». Nos preguntamos: «¡¿Tranquila?!». Y es que muy a menudo estamos inquietos y sentimos como si estuviéramos saltando en la vida de una crisis a otra. Es posible que nos sintamos angustiados y temerosos debido a circunstancias difíciles: enfermedad, dolor, conflictos familiares o preocupaciones financieras. Nuestras almas pueden sentirse afligidas e insatisfechas. Entonces oramos para que Dios nos libre, ofreciéndole nuestras desesperadas súplicas de rescate. En el salmo de hoy, el Señor nos da una palabra de consuelo. Él ya nos ha tratado con bondad.
Fe viva, poderosa y activa
Pero alguien podría decir: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras». Tú crees que Dios es uno, y haces bien. ¡Pues también los demonios lo creen, y tiemblan! ¡No seas tonto! ¿Quieres pruebas de que la fe sin obras es muerta? …
Recreándonos
Este es un milagro algo extraño. Sabemos que Jesús puede sanar con una sola palabra, con un toque. Pero en este caso, se lleva al hombre aparte y hace algunas cosas raras. Jesús pone sus dedos en las orejas de aquel hombre, ¿por qué? También escupe y toca la lengua del hombre. Me pregunto de nuevo, ¿por qué? Luego Jesús suspira y ordena: «Ábrete», y de inmediato el hombre puede hablar y escuchar.
¿Por qué hizo todo eso? Pareciera que Jesús está «rehaciendo» la forma en que Dios creó a los seres humanos.
Ser elegido
Hermanos míos, ustedes que tienen fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deben hacer diferencias entre las personas. Puede darse el caso de que al lugar donde ustedes se reúnen llegue alguien vestido con ropa elegante y con anillos de oro, y llegue también un pobre vestido con ropa andrajosa. Si ustedes reciben gustosos al …
Salvación inesperada
La ansiedad duele. Nos mantiene despiertos por la noche, pensando en lo que puede traer el día. Nos impide hacer cosas que sabemos que son buenas y necesarias, porque simplemente no podemos dejar de preocuparnos. Después de esta pandemia, la mayoría de nosotros conoce muy bien la ansiedad.
Imagino que había mucha ansiedad en Judea y Galilea en los días de Jesús. Eran un pueblo conquistado, impotente, no exactamente rico o influyente, viviendo bajo una serie de malos gobernantes, constantemente en riesgo de guerra. Habían pasado aproximadamente 400 años desde que el último de los profetas del Antiguo Testamento les habló de parte de Dios.
Confianza
«No pongas tu confianza en los poderosos». Somos muy conscientes del hecho de que nuestros gobernantes terrenales son seres humanos pecadores, tal como lo somos nosotros, aunque a veces ponemos nuestra confianza en ellos. Cualesquiera que sean nuestras opiniones personales y políticas de nuestros líderes, Dios nos llama a respetar y obedecer a las autoridades terrenales, «pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios» (Romanos 13: 1b). Los príncipes gobiernan bajo la autoridad de Dios, y nosotros debemos pagar impuestos, réditos y honor a quienes se les debe.