Yo soy el pan de vida…Éste es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo»
Juan 6:48, 50-51
Conversando con una amiga sobre cómo comer más sanamente, ella me recomendó que, antes de ingerir un alimento, visualice en qué se convierte ese alimento en mi cuerpo, o sea, cómo serán absorbidos sus nutrientes por mi sistema digestivo, si me darán energía, fortaleza y vitalidad, o deterioro y debilidad. Me dijo que así puedo tomar decisiones más informadas y saludables, optando por alimentos frescos, nutritivos y equilibrados.
En el texto para hoy, leemos que el Señor Jesús nos alimenta verdaderamente con su carne, para fortalecernos con su propia vida. Estas palabras de Jesús no son una metáfora. Él nos ofrece algo real y transformador: su misma vida. En su encarnación, Jesús se hizo uno de nosotros, compartiendo nuestra humanidad en toda su plenitud. Y en la Santa Cena nos ofrece su cuerpo y su sangre como alimento espiritual. Su vida y su amor se integran en nuestro ser, nutriéndonos y fortaleciéndonos en la fe.
Cuando participamos de la Santa Cena no recibimos un símbolo o un recordatorio, sino que nos encontramos con la verdadera presencia viva de Cristo. Su verdadera carne y sangre nos alimentan, nos fortalecen la fe, nos renuevan en su amor y nos capacitan para vivir como sus discípulos en el mundo.
Pero recordemos que esta gracia no es solo para nuestro beneficio personal. Estamos llamados a compartir el amor y la vida que hemos recibido con los demás. Así como Jesús se entregó por nosotros, también nosotros ahora podemos entregarnos unos a otros.
Que nos acerquemos a Jesús con corazones abiertos y hambrientos de su vida. Que nos fortalezca con su carne y nos capacite para ser testigos de su amor en el mundo.
Padre nuestro, gracias por el don inigualable de tu Hijo, quien en la Santa Cena nos nutre con su propia vida. Que este alimento espiritual fortalezca nuestra fe y nos impulse a vivir como testigos de tu amor en el mundo. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo puedes visualizar la profunda realidad de que Jesucristo, el Pan de Vida, se ofrece verdaderamente en la Santa Cena para nutrir tu alma y fortalecer tu fe?
* Considerando que Jesús ofrece su propia vida en la Santa Cena, ¿cómo puedes participar en este sacramento, reconociendo que no es un símbolo, sino la presencia real de Cristo?
Diaconisa Noemí Guerra
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