Al llegar a un lugar llamado Getsemaní, Jesús les dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy a orar». Se llevó consigo a Pedro, Jacobo y Juan, y comenzó a entristecerse y angustiarse. Les dijo: «Siento en el alma una tristeza de muerte. Quédense aquí, y manténganse despiertos». Se fue un poco más adelante y, postrándose en tierra, oró que, de ser posible, no tuviera que pasar por ese momento. Decía: «¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
Marcos 14:32-36
Hay personas que dicen no tener miedo de morir. Si dicen la verdad, son personas raras. A la mayoría de nosotros, la muerte nos asusta, nos preocupa que duela. La consideramos un enemigo, como dice la Biblia: “El último enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15:26).
Es reconfortante, entonces, ver que Jesús se enfrenta a la muerte con horror, tristeza y angustia. ¡No es que queramos eso para él! Pero nos ayuda en nuestra debilidad.
Si el Hijo de Dios, que se entregó a sí mismo por nosotros, tenía esos sentimientos, entonces no tenemos por qué avergonzarnos. Podemos descansar todo nuestro miedo sobre él, sabiendo que él nos va a comprender, ayudar y fortalecer, sin importar lo que venga.
Como dijo Isaias, él es “el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento” (Isaías 53:3b). Y él es quien finalmente nos sacará de la muerte y nos llevará de regreso a la patria de los vivos, cuando nos resucite de los muertos.
ORACIÓN: Cuando tenga miedo de la muerte, Señor, acércate a mí y consuélame.Amén.
Para reflexionar:
1.- ¿Le temes a la muerte? ¿Por qué sí o por qué no?
2.- ¿Qué faltaría si la historia de Getsemaní no estuviera en la Biblia?
3.- ¿Estás enfrentando tu muerte o la de un ser querido? Pídele al Señor fuerza y ayuda.
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