
Así como ustedes fueron llamados a una sola esperanza, hay también un cuerpo y un Espíritu, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre de todos …
Efesios 4:4-6a
La escritora de esta devoción no dice: este junio, mi esposo y yo celebramos 24 años de casados. Hemos tenido momentos hermosos, pero también desacuerdos. Imagino que en tus relaciones también pasa lo mismo. Pero, eso no significa que tengamos que casarnos otra vez para seguir juntos. Nuestro compromiso sigue en pie. Solo debemos crecer en nuestra relación.
Lo mismo ocurre con el Bautismo. No necesitas bautizarte de nuevo o buscar un «segundo bautismo» para recibir más del Espíritu Santo. Dios ya hizo su obra en ti cuando fuiste bautizado.
Ahora, esto no significa que no podamos pedir más del Espíritu Santo en nuestra vida. De hecho, como cristianos, anhelamos su presencia y su obra en nosotros cada día. Pedimos al Espíritu Santo que nos llene, nos guíe y nos transforme. Pero esto no es un «segundo bautismo». No estamos recibiendo algo que nos faltaba, sino que estamos creciendo en la fe que ya nos fue dada.
Cuando Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:5: «El que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» no hablaba de dos eventos separados, sino de un solo nacimiento espiritual que ocurre en el Bautismo. Y en Tito 3:5, Pablo explica que Dios «nos salvó […] por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo». O sea que, el Espíritu Santo ya ha sido derramado sobre ti en el Bautismo, pero su obra continúa en tu vida.
En Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos, no fue un segundo bautismo, sino una manifestación especial que confirmaba la predicación de los apóstoles.
Jesús no dejó tu salvación en tu capacidad de sentir su presencia. Aunque a veces te sientas seco espiritualmente o luches con dudas, eso no cambia el hecho que, en tu Bautismo, Dios te dio su Espíritu y te hizo suyo.
Ahora puedes compartir este regalo con alguien más.
Padre nuestro, gracias porque en el Bautismo nos hiciste tuyos y nos diste tu Espíritu. Llénanos cada día más de tu Espíritu, fortalécenos en la fe y guíanos de regreso a tu Palabra y a la Santa Cena cuando dudemos. En el nombre de Jesús. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cuál fue el último desacuerdo que tuviste con alguien? ¿Cómo lo resolvieron?
* ¿Cuándo has experimentado la obra del Espíritu Santo guiándote de vuelta a Cristo?
Diaconisa Noemí Guerra
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