Y aunque haya algunos que se llamen dioses, ya sea en el cielo o en la tierra (así como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas, y a quien nosotros pertenecemos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien existen todas las cosas, incluso nosotros mismos
(1 Corintios 8:5-6).
La escritora de esta devoción nos dice: Pablo, el hermano de mi esposo, murió muy joven, antes de que yo lo conociera. Pero se habla tanto de él en nuestra familia que me parece conocerlo.
¿Cómo hablarías tú de Dios a una persona que no lo conoce? ¿Cómo lo describirías?
La Biblia nos dice que el Dios verdadero se revela en Jesucristo, crucificado y resucitado de la muerte por nosotros, quien nos muestra al Padre. Y el Padre y el Hijo nos dan el Espíritu Santo, quien siempre nos señala a Cristo. Así, el único Dios verdadero es el Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas en un solo ser divino, la Santísima Trinidad. Quizás esto no sea muy fácil de entender, pero la realidad es que ese Dios Trino está activamente presente en nuestras vidas.
Según su Palabra, nuestro Dios es bueno, clemente, misericordioso, lleno de compasión y fiel. No tiene principio ni fin y nunca cambia. Está presente en todas las situaciones, todo lo sabe y todo lo puede. Es santo, justo e imparcial. Y lo más hermoso es que Dios, nuestro Dios, es amor.
Puede haber algunos que se llamen dioses, pero en realidad hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas, y a quien nosotros pertenecemos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien existen todas las cosas, incluso nosotros mismos. La verdad de la Trinidad nos desafía a vivir de manera coherente con la realidad de Dios. La fe sin obras es estéril, por lo que nuestra comprensión de Dios debería impulsarnos a un compromiso activo y transformador con el mundo que nos rodea.
Que nuestras vidas se conviertan en testimonios vivos del amor, la fidelidad y la misericordia de nuestro Dios Trino, llevando luz y esperanza a un mundo que anhela experimentar la realidad transformadora de conocer al único Dios verdadero.
Amado Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, gracias por revelarte a nosotros a través de tu Palabra, en la persona de Jesucristo. Te pedimos que guíes nuestros corazones para que, en respuesta a tu amor, podamos amarte, temerte y seguirte con fidelidad. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo se manifiesta en tu vida la diferencia entre confiar en el único Dios verdadero, revelado en Jesucristo, y confundir a Dios con sus creaciones o ídolos?
* ¿Cómo experimentas la presencia activa del Dios Trino, reconociendo al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en tu caminar diario?
Diaconisa Noemí Guerra
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