Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella… Porque de adentro del corazón humano salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona
(Marcos 7:15,21-23).
Un día, cuando vivíamos en Iowa, nos despertó una alarma extraña, una que nunca habíamos escuchado. Resultó ser la alarma del sensor de dióxido de carbono. Parece que el aire que respirábamos en nuestra casa durante el invierno estaba tan mal ventilado, que nuestro propio cuerpo estaba emitiendo suficiente dióxido de carbono como para contaminarnos sin que nos diéramos cuenta. Fue un susto tremendo, pero también fue una gran lección.
En el texto bíblico para hoy, Dios nos dice que no es lo que viene de afuera lo que nos contamina, sino lo que sale de nuestro propio corazón. Así como el dióxido de carbono, la verdadera contaminación surge de dentro de nosotros mismos, de nuestros pensamientos, deseos y acciones pecaminosas.
En nuestras vidas, como en esa mañana en Iowa, a menudo ignoramos los peligros invisibles que nos rodean hasta que suena la alarma. Pero hoy, la Palabra de Dios nos alerta: la verdadera contaminación no viene de afuera, sino que emana de nuestros propios corazones. Así como el dióxido de carbono puede acumularse sin que lo notemos, nuestros pensamientos, deseos y acciones pecaminosas pueden envenenar nuestra alma si no estamos atentos.
Sin embargo, no estamos indefensos. Dios nos ha dado su Palabra como una alarma de advertencia y un remedio para nuestra limpieza y sostenimiento espiritual. Él nos llama a escuchar, obedecer y confiar en su Palabra, que nos recuerda que somos limpios en el bautismo y fortalecidos en la Santa Cena.
Padre nuestro, gracias por enviar a tu Hijo, quien con su sacrificio nos limpia de todo pecado. Fortalécenos con tu Palabra para que podamos vivir en tu gracia y ser protegidos de la contaminación espiritual que emana de nuestro interior. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué significa para ti el hecho de que Jesucristo, a través de su Palabra, ofrece una solución para la contaminación espiritual que surge de nuestro interior?
* ¿Qué necesitas hacer hoy para escuchar, obedecer y confiar en la Palabra de Dios, y así protegerte de la contaminación espiritual y guiarte a una vida en armonía con la voluntad de Dios?
Diaconisa Noemí Guerra
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