El etíope le respondió: «¿Y cómo voy a entender, si nadie me enseña?» Y le rogó a Felipe que subiera al carro y se sentara con él… Entonces Felipe le empezó a explicar a partir de la escritura que leía, y le habló también de las buenas noticias de Jesús.
Hechos 8:31, 35.
La autora de esta devoción nos dice: una de las predicaciones de mi esposo que más me han gustado en sus 25 años de ministerio pastoral que cumple este septiembre, es cuando compara la vida del cristiano con la jornada de un niño al cual su papá le pidió que le fuera a dar un mensaje a sus hermanos. El niño fue contento a cumplir con la misión que le dio su padre. Pero para poder llegar donde sus hermanos, tenía que atravesar una feria llena de actividades muy divertidas, y algunas peligrosas. Él quería con todas sus fuerzas cumplir la misión de su padre, pero le era increíblemente difícil no distraerse con lo que le ofrecía la feria.
El Catecismo Menor de Lutero nos recuerda que «La misión de la iglesia es confesar y proclamar el perdón de los pecados por causa de Jesús (1) predicando la Palabra, administrando los sacramentos, enviando misioneros y estableciendo nuevas congregaciones y (2) con el testimonio diario de los hijos de Dios bautizados, su real sacerdocio».
Como parte de nuestra vocación, los cristianos tenemos el deber de responder al clamor del mundo que dice como el etíope: «¿Y cómo voy a entender, si nadie me enseña?». Debemos subirnos al carro de sus vidas y sentarnos con ellos. Debemos explicarles a partir de la escritura, y hablarles de las buenas noticias de Jesús. Esa es la misión que nos ha encomendado nuestro Padre. Y él nos capacita para luchar contra las distracciones de esta vida y para estar atentos a su voz como Felipe.
Nos capacita por Cristo con sus medios de gracia y nos equipa a través de su Espíritu Santo para compartir la Palabra de Dios con quienes nos rodean.
Padre nuestro, te damos gracias por Jesús. Ayúdanos a escuchar tu voz como Felipe y a compartir tu mensaje de salvación con valentía. Enséñanos a confiar siempre en tu Espíritu Santo para guiarnos en la misión que nos has encomendado. Amén.
Para reflexionar:
* ¿A quién puedes acercarte y ofrecerle la esperanza de Cristo, como lo hizo Felipe?
* ¿Qué oportunidades te está presentando Dios para ser testigo de su amor hoy?
Diaconisa Noemí Guerra
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