Así como en otro tiempo ustedes eran desobedientes a Dios, pero ahora han alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos, así también éstos han sido desobedientes ahora, para que por la misericordia concedida a ustedes también ellos alcancen misericordia. Porque Dios sujetó a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién ha entendido la mente del Señor? ¿O quién ha sido su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que él tenga que devolverlo? Ciertamente, todas las cosas son de él, y por él, y para él. ¡A él sea la gloria por siempre! Amén
(Romanos 11:30-36).
¿Entendiste ese trabalenguas? ¿Quién fue desobediente para que quién fuera obediente? ¿Quién alcanzó misericordia por la desobediencia de quién? ¡Un trabalenguas incomprensible!
Sin embargo, ¿has notado que las situaciones más complejas y misteriosas, los trabalenguas de tu vida, a menudo te muestran una cara de la misericordia que va más allá de lo que puedes entender, y te quedas pensando que podría haber sido mucho peor? Es como si hubiera fuerzas en juego que no podemos entender, pero que en última instancia trabajan a nuestro favor.
A lo largo de la historia Dios ha actuado de manera misericordiosa para traer salvación a todas las personas. Y aquí se nos recuerda que hay fuerzas y poderes que operan en un nivel superior al nuestro y que a veces, lo que pareciera confuso o injusto, un verdadero trabalenguas desde nuestra perspectiva humana limitada siempre tiene un propósito mayor que aún no podemos ver o entender. Son las fuerzas del bien. Es Dios en su totalidad y señorío usando todo de Él para actuar a nuestro favor.
No podemos pretender entender completamente los caminos de Dios ni asumir su papel. Serán siempre un trabalenguas. Lo que sí podemos hacer es alabar a Dios por usar sus fuerzas de bondad inagotable a nuestro favor, porque aún en medio de lo desconocido, vemos destellos de su gracia y amor que nos sostienen. Tú y yo no somos los árbitros del universo. Pero tenemos razones para reconocer y alabar a Dios por su bondad y amor.
Padre nuestro, en medio de las situaciones complejas y misteriosas de mi vida, reconozco que tu misericordia va más allá de lo que puedo comprender. Me maravillo al ver cómo tu amor me guía en los momentos difíciles. Gracias por las fuerzas del bien que usas para que trabajen a mi favor. Ayúdame a confiar en tu plan y propósito en medio de lo desconocido. Por Jesús. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Puedes recordar un momento en el cual una situación complicada te reveló una misericordia y amor que superan tu entendimiento?
* Piensa en un momento en el que las cosas te parecían confusas o injustas, pero con el tiempo comprendiste que tenían un propósito mayor.
Diaconisa Noemí Guerra
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