Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad
(Juan 1:14).
¡Qué maravilla! ¿Has reflexionado alguna vez sobre lo profundo de la encarnación de Jesucristo? Es uno de los pilares fundamentales de nuestra fe cristiana que a menudo pasamos por alto. Pero detengámonos un momento y pensemos en lo que realmente implica.
La naturaleza divina y la naturaleza humana están unidas en Jesús desde que él se volvió hombre y continúa para siempre. A través de la encarnación, Dios mismo se hizo humano en la persona de Jesús, compartiendo nuestra humanidad en todo excepto en el pecado.
Jesús se hizo nuestro hermano. Se hizo hombre para redimirnos y reconciliarnos con Dios. Su humanidad nos permite identificarnos con Él y nos revela el amor y la gracia de Dios de una manera tangible y accesible.
La importancia de la encarnación para ti y para mí hoy radica en que Jesús, siendo totalmente divino y totalmente humano, cumplió la ley en nuestro lugar, sufrió y murió por nuestros pecados, venció la muerte y nos ofrece la esperanza de vida eterna. Como nuestro hermano y el Hijo de Dios, Jesús nos revela a Dios, nos provee salvación, está siempre con nosotros, intercede por nosotros, gobierna sobre la creación y la iglesia, tiene autoridad para juzgar y perdonar, nos ama con un amor eterno y nos muestra la gloria del Padre.
La encarnación de Cristo significa que no estamos solos en nuestras luchas. Jesús, nuestro hermano, está con nosotros en cada paso del camino. Él no solo nos entiende, sino que también ha hecho todo lo necesario para nuestra redención.
Padre nuestro, gracias por tu inmenso amor encarnado en tu Hijo Jesucristo. Ayúdanos para que su sacrificio nos inspire a vivir con gratitud, obediencia y amor hacia ti y hacia nuestros semejantes, recordando siempre tu presencia constante y tu amor eterno. Amén.
Para reflexionar:
* Medita sobre la encarnación de Jesucristo. ¿Cómo te sientes al saber que Jesús comparte tu humanidad?
* Considera cómo el sacrificio de Jesús en la cruz te motiva a vivir de manera diferente. ¿Cómo respondes al amor encarnado y la gracia que te ofrece?
Diaconisa Noemí Guerra
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