Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no como para la gente
(Colosenses 3:23).
¿Cómo sería nuestra vida si viviéramos cada día con esta verdad arraigada en nuestras mentes y corazones? Cada acción, cada tarea, desde las más pequeñas hasta las más grandes, sería una oportunidad para glorificar a Dios, servir a los demás y vivir con excelencia nuestra vida diaria.
Cuando lavas los platos, ¿lo haces como si fuera un acto de adoración al Señor? Cuando ayudas a un amigo en necesidad, ¿lo haces con la misma pasión, entrega y excelencia que si estuvieras sirviendo a Dios mismo? Yo no siempre lo hago. ¡Y es que no es fácil!
Pero imagina conmigo a Jesús caminando por las polvorientas calles de Nazaret. Cada paso que daba, cada palabra que pronunciaba estaba centrada en un propósito más grande: hacer con excelencia la voluntad de su Padre celestial. Jesús no hacía nada para agradar a los hombres, sino que todo lo hacía con un corazón entregado al servicio de Dios.
Desde sus humildes comienzos hasta su sacrificio final en la cruz, Jesús vivió cada momento con una pasión, una devoción y una excelencia incomparables. Ya fuera enseñando a las multitudes, sanando a los enfermos o consolando a los afligidos, todo lo hizo con un amor desbordante y una entrega total. Jesús transformó las tareas ordinarias en actos extraordinarios de amor, servicio y excelencia. Cuando lavaba los pies de sus discípulos, no lo hacía como un simple gesto de cortesía, sino como un ejemplo vivo de humildad y amor servicial.
La excelencia en la vida diaria es más que un ideal; es un llamado divino que nos desafía a cada paso del camino. Dios nos invita a vivir siguiendo el ejemplo de Jesús. Cada tarea, grande o pequeña, puede ser una expresión de nuestro amor y devoción a Dios. Capacitados en nuestro Bautismo, busquemos la excelencia en todo lo que hagamos, recordando que servimos al Dios viviente.
Padre nuestro, gracias por el inmenso regalo de amor que nos has dado en Jesucristo. Que nuestras vidas reflejen la excelencia y la pasión que vimos en Él. Ayúdanos a vivir cada día con un corazón dispuesto a glorificarte en todo lo que hacemos. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo crees que la búsqueda de la excelencia en cada tarea diaria puede transformar tu vida y tu relación con Dios y los demás?
* ¿Qué acciones prácticas puedes implementar para cultivar un estilo de vida caracterizado por la excelencia en todo lo que haces, en honor al Dios que te ha llamado a servir?
Diaconisa Noemí Guerra
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