Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie
(Efesios 2:8-9).
¿Te gustan las paradojas? Son parte de la literatura filosófica o reflexiva, donde se exploran ideas complejas o contradictorias para provocar la reflexión y la contemplación sobre la naturaleza de la fe, la existencia o la condición humana. En el Catecismo Menor encontré una que dice: «Creo que no puedo creer». Profundo, ¿verdad?
El tercer artículo del Credo dice: «Creo en el Espíritu Santo; la santa iglesia cristiana, la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén». Esto significa que «creo que ni por mi propia razón, ni por mis propias fuerzas soy capaz de creer en Jesucristo, mi Señor, o venir a él; sino que el Espíritu Santo me ha llamado mediante el evangelio, me ha iluminado con sus dones, y me ha santificado y conservado en la verdadera fe».
En otras palabras, «creo… que no puedo creer». Y es que, como personas pecadoras, somos incapaces de encontrar a Dios por nosotros mismos, y mucho menos de confiarle nuestra vida.
El texto de hoy nos recuerda que la salvación no viene de nuestras propias acciones o esfuerzos, sino que es un regalo de Dios. Es el Espíritu Santo quien nos llama a creer en Jesucristo mediante el evangelio, iluminándonos con sus dones y fortaleciendo nuestra fe. Así que, creemos que no podemos creer por nosotros mismos, sino que es el Espíritu Santo quien nos capacita para creer en Jesucristo como nuestro Salvador.
Entonces, la paradoja de «Creo que no puedo creer» nos lleva a reconocer nuestra limitación humana y nuestra dependencia de la gracia de Dios. Nos invita a confiar en Dios, a profundizar nuestra relación con él y a compartir su amor y gracia con los demás.
Padre nuestro, ciertamente tu gracia nos ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de nosotros ni es resultado de nuestras obras, sino que es un don tuyo para que nadie se vanaglorie. Gracias por enviar a Jesús para salvarnos mediante su sacrificio en la cruz. Ayúdanos a llevar tu verdad por el mundo que nos rodea. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo te sientes al reflexionar sobre la idea de que no puedes creer por ti mismo, sino que necesitas la ayuda del Espíritu Santo?
* ¿De qué manera puedes profundizar tu relación con Dios y compartir su amor y gracia con los demás, reconociendo tu dependencia de la obra del Espíritu Santo en tu vida?
Diaconisa Noemí Guerra
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